A través de Majo Arrigoni

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Inmersa en una fugacidad de sensaciones y temporalidades, la fotógrafa Majo Arrigoni enmarca un proyecto que intenta establecer los parámetros de temporalidad actuales del arte. La síntesis del proyecto es simple: retratar a artistas cordobeses de diferentes disciplinas y generaciones que convergen activamente en una misma época. Pero todos sabemos que aún lo más simple, puede volverse algo complejo. En el medio de esa búsqueda Majo construye su propio mundo con artistas que la conmuevan, que la enfrenten a sus miedos o que simplemente le estén planteando un interrogante más a su intensa búsqueda, todo a través de la utilización del retrato como herramienta para llegar a ellos. En ese movimiento de buscar, preguntar y responder a medias, Majo ya retrató a algunas de las figuras más efervescentes de la escena local: Sol Halabi, Marcos Acosta, Paz Chasseing y hasta se dio el gusto (y lujo) de fotografiar a Antonio Seguí.

La conexión existencial que se crea entre la fotógrafa y los artistas, se evidencia en cada uno de los retratos, revelados ahora como verdaderas piezas de arte, instantes de eternidad. Recorrer las fotografías es plantearse una nueva pregunta, descubrir alguna respuesta y entrever el ojo clínico de Majo Arrigoni que se abre paso a través de la cámara. En esta entrevista encendida, nos cuenta sobre esa búsqueda, desconoce el espacio-tiempo y deja abiertos nuevos interrogantes, esos que también laten después de conocerla.

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¿Por qué la ambición de retratar a los artistas de Córdoba que configuran la escena cultural actual? Creo que tiene que ver con entender un momento a través de las personas que reflexionan directa o inderectamente en torno a cuestiones existenciales y configuran así el espíritu de esta época. Desde un discurso artístico, un entramado de voces, de recursos y de generaciones que transitan este momento, los artistas crean el retrato perfecto de las glorias y las miserias de este tiempo… y de este lugar: Córdoba.

¿Cómo desarrollás el proceso creativo con cada artista? ¿Cómo llegas a ellos? Trabajo en un medio de comunicación relacionado a la cultura, con lo cual el contacto con los artistas en general es más fácil: a veces soy yo quién los busca, en otras ocasiones son ellos quienes llegan a mí. Estoy al tanto de lo nuevo, pero también del trabajo que se viene sosteniendo hace años. Lo que me sucede frente a la obra de cada artista quizás sea decisivo: si me conmueve, si me enoja, si me deja pensando, lo más probable es que quiera retratarlo.

En verdad, sólo busco retratar a un artista si me interesa su obra. Algunas veces los conozco, otras veces no y me comunico directamente para proponerles ser parte de mi proyecto. Recuerdo que en una ocasión contacté a un escritor con el cual estaba peleada, su obra me resultaba sin embargo interesante, entonces le escribí. Como respuesta recibí un “No me interesa tu proyecto. Gracias”. Era predecible, pero enviarle mi propuesta fue un gesto de honestidad para con mi propio plan, que no parte de lo afectivo. Un tiempo después, paradójicamente, él se interesó por mi trabajo y entonces conseguí hacer el retrato.

Quienes conocemos tus trabajos creativos te identificamos con los retratos, ¿fue parte de tu búsqueda? Más que una búsqueda, el retrato quizás fue un hallazgo, después de atravesar las tentaciones hedonistas y esteticistas que ofrece el recurso de la fotografía, y una vez que comprendí que, anterior a una foto, está el pensamiento. Entiendo las posibilidades de otros lenguajes artísticos, pero desde la fotografía, sólo el ser humano me interesa como temática, no sé si valga la pena pensar en otra cosa, no sé si alcance el tiempo… no sé si pensar en otras cosas sea la excusa indicada para terminar hablando de uno.

Dentro de tanta riqueza cultural y más allá de los grandiosos resultados fotográficos, ¿qué cosas son las que complementan tus encuentros con los artistas? A veces pienso que quisiera ser guionista de cine, escritora de crónicas para alguna revista de actualidad cultural. Lo pienso camino a casa, cuando vuelvo de hacer un retrato. Entonces me siento a escribir, arrepentida de no haber grabado algunas conversaciones. Repaso mentalmente los espacios, la luz, los objetos… recuerdo las palabras. Encontrarme con un desconocido que paradójicamente conozco íntimamente, es un plan tan romántico como arriesgado. A veces es una cita, otras es un juego, depende del modo en que el artista entienda el encuentro. He entrado a talleres desbordados de bastidores y pinturas, a casas vacías alquiladas sin la mínima intención de apropiamiento, a departamentos semi abandonados, a habitaciones forradas de fotos y palabras escritas en las paredes. El complemento a cada encuentro es el universo que se extiende más allá de los límites de mis retratos, más allá de la obra de cada artista.

TUS TRABAJOS ARTÍSTICOS:

– A qué huelen? A lluvia…

Qué textura tienen? No tienen textura

– A qué saben? A búsqueda

Con qué sonido/música lo identificas? Con mi propia voz

– Qué ves cuando las ves? Veo a alguien intentando responder preguntas.

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