Por Pita Fernández
Una casa muraliada en un barrio. Un garaje que anticipa quién es y qué hace. Una habitación con la persiana cerrada colmada de pinturas, esculturas de tergopol, pinceles de todos los tamaños, brochas, un placard antiguo, látex y acrílicos. Y una mesa desplomada de esbozos, láminas, cuadros y retratos salpicados.
Cualquier espectador podría deducir que estamos frente a un artista, pero no un contemporáneo que se aprecia adentro de una sala iluminada con música ambiente donde esperamos leer el concepto adjuntado a la obra para entenderla o no. Sino un artista de afuera, outdoor, que se apropia de las veredas, de las calles, de una pared de algún barrio cordobés.
Esteban Pesk Loeschbor, nos invitó a pasear por su casa. ¿Qué mejor lugar para conocer un artista street art?
¿Por qué rayar? ¿Cuándo comenzaste? “Los primeros trabajos que hice pintando, era el graffiti escribiendo mi nombre o escribiendo el nombre de un evento de hip-hop, la primera estética de graffiti o imagen de pared que o consumi, venía por ese lado. Lo primero que hice fue experimentar en las paredes, e intentar imitar. Y en un campeonato de skate, un chabon me vendió un fibron para hacer tags y ahí fue como el “comienzo”. Empecé a hacer las firmas en la calle. Ahí tenía 16 años. En ese entonces yo arrastraba a gente, con el hermano de un amigo con el que yo tenía una banda de rap, nos juntábamos siempre y salía pintar o rapear”.
La idea dibujada: ¿Cómo planificas un mural? “Cuando estoy planteando una idea bien concreta, me lleva un tiempo procesar. Si hay algo que quiero exteriorizarlo y lo quiero decir en un lenguaje donde alguien le pueda sacar la ficha: pienso en un símbolo. Por ejemplo: el color rojo, todos saben a que evoca. Ciertos objetos evocan al color rojo y voy en búsqueda de esos símbolos que más o menos sean comunes a todos y los artículo: para mi es una especie de oración dibujada. Ahora, si es algo urgente que tengo: sale algo muy improvisado. Lo digo muchas veces: no me imagino las cosas, yo necesito empezar a dibujarlas para verlas. Es casi confundirse para saber qué es lo que tengo que hacer mejor. Necesito verlo con los ojos. La imagen es lo último. Hay cosa que las tengo que hacer en ese momento, quizás sea por esa cuestión de que no me conformo con quedarme en las palabras”.
Siempre rompés con la armonía del dibujo y de la obra. ¿Cómo llegás a eso? “Me imagino una serie de cosas y en la medida que las voy dibujando, también soy capaz de percibir más detalles, porque genero una referencia en el papel que me permite determinar con más precisión dónde está el otro elemento. Cada cosa que dibujo te amplía la mirada y hace que la próxima vez, sea mucho más rápido para captar un criterio. El dibujo ayuda a llevar las barreras más allá y es una especie de filtro, conciente e inconcientemente. Se construye solo. Mientras estoy dibujando empiezo a pensar. La mayoría de las veces que he abordado el tema del amor, generalmente es por una cuestión de crisis por ese tema. Y de tener como que reelaborar lo que yo pienso sobre eso. En los dibujos del amor están los huesos, justamente por una cuestión de que uno se estructura a través de las cuales después te moves. Entonces hay momentos en que es necesario romper esas estructuras porque te son obsoletas. Cuando me he sentado a dibujar sobre el amor y reflexionar, tiene más que ver en deconstruir lo que ya no me sirve, lo que me generó esta crisis para construir lo nuevo, que seguramente capaz que haya que romperlo”.
¿El estilo se piensa, se construye y se repite o es algo espontáneo? “Una frase dice: “yo no hago al estilo sino que el estilo me hace a mí”. Es como muy glorioso conseguir el estilo de uno. Pero perseguir el estilo no sirve de nada. El estilo aparece solo y uno es como que lo repite de alguna manera, no necesariamente consciente. Yo algunas de las cosas que repito consciente es de destruir la armonía. Nunca lo había pensado, pero siempre lo hago. Me aburren los cuadros que son muy armoniosos, todo tiene un límite concreto.
¿Con qué materiales te sentís cómodo para muraliar? “Me encanta no sentirme cómodo con el material, porque salen cosas que uno no prevé y es más divertido que hacer siempre el mismo procedimiento. Se me vuelve aburrido. Me gustan las herramientas nuevas y que no sean fáciles de manejar para que salga algo diferente. Me la complico yo. Trato de usar algo que no use nunca, o le agrego algún factor extraño: usarlo con la otra mano”.
¿Qué me contas del proyecto Sueño Pacífico en Colombia? “Colombia es referente de un espíritu latinoamericano que apuesta por la cultura y genera cambios a través del arte. Es un proyecto autogestionado, social y cultural. Busca empoderar a los habitantes de una región muy deprimida del país y reconstruir su tejido social, afectado por tanto años de guerra. Aprovechando el arte urbano como herramienta artística que transforma espacios y colabora con un entorno inspirador, aumenta el autoestima y alienta el sentimiento de comunidad entre los vecinos. Durantes esos días con Lu Yorlano, haremos todo lo relacionado a la ejecución del mural: desde charlar con la comunidad para terminar de definir el diseño, incorporarlos a la ejecución y pintar. Se trata de darle visibilidad a una problemática y a alentar a la comunidad a luchar por la paz y por reconstruirse” .
Un referente: David Choe.
Un símbolo: el triángulo.
Un mensaje: “No salven a las ballenas, salvesen a ustedes mismos”, de David Choe.
Un músico: Kase-O.
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