El cortometraje animado Bosquecito salió al mundo de la mano de Paulina Muratore y un gran equipo cordobés. Premiado a nivel nacional e internacional, nos invita a reflexionar sobre los peligros del desmonte desmedido.
“Siento que, naturalmente, el nacimiento de las obras y los proyectos, son una combinación de sucesos que no siempre puedo identificar fácilmente”, dice la artista visual cordobesa, Paulina Muratore. Y continúa expresando que es algo así como imágenes y sensaciones que empiezan a repetirse con frecuencia y que le dan la pauta de que pueden ser una historia o un lindo proyecto para sumergirse y dar inicio.
Partiendo de ese recorrido, Paulina confiesa que uno de los estímulos clave para creer en el cortometraje, de 8 minutos de duración, Bosquecito fue una música instrumental de Rodrigo Carazo. “Cruzaba las Altas Cumbres de Córdoba, nevaba y la Pampa de Achala había sufrido continuos incendios, todo estaba blanco y negro. Fue impactante, hermoso y doloroso… Venía escuchando música y entre tanto apareció este instrumental que se llama Bosquecito. Algo en la melodía me traía la escena de una niña, que ya existía en mi imaginario, pero esta vez iba por ahí jugando a descubrir los brotes de árboles nuevos de entre las cenizas. Ese podría decirse que fue el “nacimiento”, cuenta.
Un viaje a Tierra del Fuego le terminó de dar el escenario, pero no fue hasta que se mudó a Unquillo en las Sierras Chicas de Córdoba, que apareció lo que completa la historia, su conflicto y punto crítico.
Trailer: Bosquecito | Little Forest from Mizu on Vimeo.
¿Quiénes formaron parte del equipo para hacerlo posible? “El equipo inicialmente fue compuesto por dos personas más: Tatiana Catelani y Facundo Corsini. Facu, escuchó la idea en un breve mensaje y accedió a tomar el rol fundamental de productor. No nos conocíamos antes de eso, yo no había dirigido nunca y la producción era un rol nuevo para él, además, realizó el montaje y la composición final. Al día de hoy me acompaña en la producción de otras locuritas animadas. Es un vínculo que atesoro.
Por otro lado Tatiana Catelani, fue la encargada desde el momento cero de interpretar las descripciones e ideas y dibujar a Mizu, la protagonista, en todas sus edades. Luego de ganar fondos para su producción se nos unió Agustín Touriño como animador principal y se sumaron Karina Albiero y Fernando Gorss sobretodo en coloring. El guión, animatic, storyboard, diseño de fondos, dirección artística y animación corrieron por mi parte.”
¿Y el trabajo del sonido? “Con Rodrigo Carazo, vivimos una larga búsqueda estética y conceptual para el diseño del sonido integral del corto, clave para la construcción narrativa. La composición musical es de él, al igual que la decisión de incorporar a Diego Cortez en flautas. El último en unirse fue Manuel Yeri, con quien realizamos la mezcla y postproducción de sonido. Una de las etapas que más disfruté. Tuve la suerte de que todes quisieran trabajar en el proyecto y siempre hubo cerca colegas que brindaron su punto de vista con extremo respeto.
¿Cómo vivieron el proceso del cortometraje? “Algo que puedo ver, en retrospectiva, es que a este cortometraje lo abordamos con inocencia e intuición, confié en que estaba con las personas indicadas para abrir y cerrar el proceso cuando el proyecto lo pidiera, sin forzarlo. Empezamos en 2017, el trayecto es largo y lento, sin duda hubo altibajos, frustraciones y transformaciones a nivel humano en el medio, pero no paramos de aprender.
«Al día de hoy me sorprende el camino que puede hacer un cortometraje y la repercusión que puede tener. Bosquecito salió al mundo y anda por ahí abriendo preguntas. Eso para mí es gigante, más allá de mis expectativas y auto-exigencias técnicas o estéticas. Lo dimos todo y el proceso sigue.
Desde que empezó a tener forma de cortometraje, incluso mientras lo compartíamos como “work in progress”, Bosquecito recibió invitaciones para participar en festivales de todo el mundo, sobretodo en categorías para público infantil y/o educativas, de manera muy orgánica».
¿Dónde se estrenó? ¿Qué menciones recibió? “Su estreno mundial “oficial” fue en el Festival of Animation Berlín, en la categoría “Pink Panda” rodeado de un sinnúmero de tremendas pelis, fue muy lindo verlo en ese contexto. Tiempo después tuvimos la alegría de estrenar a nivel nacional en El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en la sección Mar de Chicos y Chicas. Otra hermosa experiencia.
Recibimos el tercer puesto “Third Place Winner” en el Festival Animation Chico en California (EEUU). En paralelo Facundo Corsini, llevaba al corto por un circuito de distribución y mercado que actualmente está en movimiento y expansión nacional e internacional.
Atlanta Film Fest (EEUU) y One Country One Filme (Francia) son los próximos en el calendario y le siguen varios más, incluso en Argentina. Pronto podremos compartir más información al respecto.”
¿Qué nos invita a reflexionar el cortometraje animado?
“No es la lluvia es el desmonte. El corto cierra con esta frase que pedí prestada a la Asamblea por el monte de Unquillo (Amu). Creo que es una gran síntesis para recordar qué es lo importante.”“Hay detalles y mensajes escondidos en todo el corto, en el diálogo figura-fondo, en la elección del plano general constante o en la aparente repetición de acciones. No sabía si iban a funcionar pero deseaba que a través de estas decisiones pudiéramos contemplar el bosque, ver pasar el tiempo de escena a escena, identificar que a veces no nos damos cuenta de los desastres naturales sino hasta que ya es muy tarde o que el crecimiento de un árbol no es algo de un día para el otro. Por fuera de la obviedad de las terribles consecuencias que trae ser desmedidos con la naturaleza, en la mirada sutil de esta historia, Mizu, la niña que lo protagoniza, no es una protectora o guardiana, ella está siendo. Reconoce su encantamiento y se vincula poética y genuinamente con su entorno. Quizás aquí reside la esencia del mensaje de Bosquecito.
De cualquier manera creo que se me va de las manos los múltiples significados del cortometraje. Y eso para mí es hermoso porque de esa forma cada persona lo hace suyo y digiere el mensaje desde su perspectiva.”
¿Cómo es tu vínculo con la ilustración? ¿y con la fotografía? «Las artes visuales y el diseño en general es algo que me atrae desde siempre, aunque hace pocos años entendí que son motores de vida y de placer. Estudié fotografía en La Escuela de Artes Aplicadas Lino Enea Spilimbergo. Ahí me di cuenta de cuánto me gustaba la composición de una imágen, de su sintaxis, de los colores, las líneas de lectura y los miles de etcéteras dentro de esta disciplina. Aunque estudiando nunca me atrajo la técnica por sí misma, me salió abordarla desde la intuición.
Después me separé un poco de la fotografía, creo que fueron años de decantar lo aprendido e ir afinando el ojo sin darme cuenta, pero además prácticamente me takcleó la animación y ahí me quedé como jugando. El romance por la foto siempre vuelve, me maravilla la fotografía en cine y las composiciones que encuentro nomas con mirar para arriba cuando camino.
En la animación, que no deja de ser cine o la hija rarita del cine, encuentro excusa para cruzar a mi ritmo los puentes entre la escritura, el dibujo, la música, el humor… Que encima pueden fusionarse para contar historias.
Con la ilustración en cambio tuve varios acercamientos en incontables oportunidades sin permitirme gozar de ella, sentirme satisfecha o asumirme “dibujante e ilustradora”. No es sino hasta el 2020 que ignoré rótulos y conecté genuinamente con las ganas de dibujar, crear personajes, probar ideas, borrarlas y volver a empezar.
Paulina Muratore aquí y ahora… Mi día a día más actual está atravesado por un par de proyectos en particular y otros tantos en general. Frutos de un año de procesos creativos sin forzar y sobretodo sin juicio. Que no excluye altibajos, trabas ni frustraciones, sino más bien y por suerte el reconocimiento e incorporación de estos estados como partes inevitables de una vida creativa y sus procesos.
Trabajo en los primeros pasos del desarrollo de mi primer serie animada, proyecto que ocupa mi atención casi todo el día queriendo o sin querer, en todos lados hay pistas para su construcción.
La parte más linda de esta etapa es la incorporación de artistas y técnicxs que potencien los conceptos artísticos y el contenido de la serie, además de la recreación constante de mi misma que implica escribir, reescribir, dibujar, redibujar, buscar referencias, asesorarme en guión, co-guionar, abrir el proyecto y desnudar la esencia de la serie, que en el fondo soy yo y mis plurivoces conversando en una casa con varios personajes, una mezcla entre ternura, metafísica, existencialismo y humor absurdo. Tranqui. Es un gran desafío y me pone muy felíz a pesar del vértigo.
El segundo proyecto parte de esta necesidad de seguir sumergiéndome en mis cuadernos de dibujo. Con propuestas contundentes como la de ilustrar para una novela de mi hermano Andrés Muratore, o realizar láminas y una breve familia de cuadros ilustrados. O bien excusas inventadas para no hacer más que dibujar y dibujar y dibujar para saciar vaya a saber qué viaje interno.
Mientras, aparecen artes de álbumes musicales, videoclips o algún flash para conectar con obras “ajenas”.
Todo visto y escrito de esta manera suena tan bonito… ¿De qué se queja una a veces? Ah ya me acordé.
Un material… papel kraft.
Un color… azul oscuro.
Una forma… de piedra que se parece a una oveja.
La cosa más simple… (( kri kri ))
¿Qué te duele de este mundo contemporáneo? El cuello. La contaminación visual y sonora.
¿De qué temas te compenetrás debatiendo? Recuerdos y sueños, procesos creativos y análisis conceptuales, vínculos, organización (volver orgánico), existencialismo, humor, absurdos y latiguillos.
La mejor distracción… Cualquier distracción. Siempre y cuando permita que sea, que me suceda. Cuando me voy con ella sin censurarla o pensar en que tengo que estar haciendo otra cosa. Muchas veces de ahí nacen grandes situaciones o disparadores creativos.
Pero si tengo que elegir una. Solo una: Observar, sin más.
Un retrato del Siglo XXI… Hace poco me acercaron una foto mía de niña, me reconocí enteramente ahí. Con cachetes y labios rosas. Llena de vida. De a ratos me vale más que cualquier obra de estos últimos 21 años. Me hace sentido.
Qué representa Mizu en vos… Qué curioso. Siempre hablo de Mizu, la protagonista, en relación al mensaje del corto, a sus rasgos, a su nombre, al concepto o sobre qué significa para el mundo. Pero no me había puesto a pensar que representaba en mí. Podría asociarla a mi crianza en el monte o a las experiencias con incendios e inundaciones o a la niña que fuí. Pero si lo siento un poco más, ahora, ya, mientras respondo esta entrevista… Mizu es ternura. Oí por ahí que para el pueblo Mapuche, la palabra ternura se asocia a la palabra libertad.