¡La incesante vida, allá, trae Agostina!
Cruza la tarde azul en su escoba en busca de oro.
La acompaña un linaje, manifestado a la tímida luz.
Cae, de una teta, la esmeralda.
¿A estos pliegues temen? ¿A esto, tan suave?
Sí.
Teman, por fin.
Miren cómo se deshacen las palabras cuando tocan el agua.
Miren cómo se deshace el poder que han tenido,
hasta ahora, las palabras.
Somos flores de un día.
Y la vida es nuestra matanza.
Adela Walpen.
Agostina Orlandi: ¿de dónde sos y hacia dónde vas? «Podría decir que vengo del mismo lugar al que intento llegar. Naturalmente me enfoco más en el pasado, por deseo y por inercia. Con y sin consciencia.No sé de dónde vengo, es lo que intento descubrir, el propósito que más me motiva y energiza. Lo que le da sentido a mi andar. Sin dudas, voy hacia ahí».
¿Cómo te iniciaste en la fotografía? «En casa había una olympus analógica que usábamos en las vacaciones. Esa cámara me intimidaba, era como para ser usada por los grandes. Empecé a sacar fotos cuando mi papá compró una cámara digital kodak. Yo tenía 13 o 14. Me atrajo principalmente la posibilidad de sacar y borrar, sacar y borrar. Me permitió fotografiar sin miedo a equivocarme. Todavía me paraliza un poco esa cuestión con las cámaras analógicas, sigo prefiriendo las otras».
¿Cuándo es un momento para sacar fotos? «Cuando algo me llama la atención. Me considero bastante visual y también nostálgica. Esa mezcla hace que quiera sacar fotos gran parte del tiempo. No se me ocurre sacar fotos cuando estoy atravesada por alguna emoción muy potente que me paraliza y me obliga a estar ahí, mirando para adentro. El resto del tiempo, cuando miro para afuera, es probable que esté sacando fotos».
¿Qué guía esta selección de fotos para AY MAG? «Esta selección está guiada por mi instinto. Criterio sin nombre, presente, cosas a las que le digo SÍ, sin titubear, hoy. Me guía lo que siento latir adentro pero todavía no descifro. Cuando identifico y nombro, estoy lista para pasar a otra cosa. Todavía no puedo hablar por estas fotos, ellas hablan por mí».
¿Qué es lo más valioso de tu conexión con la fotografía? «Es el entusiasmo que me genera el vínculo con lo observado. La propia conexión. Lo más valioso para mí siempre es conectar. Mientras saco fotos estoy inmersa ahí al cien, eso es un montón.Y hay algo más valioso aún, pero todavía no sé qué es».
Apolo, el adivino, me encargó esta tarea.
Al sol, hacia su última luz, imploro. Sí,
por fin, teman… alba, desilusión, anhelo.
Apenas lo vislumbro. Pena no siento.
Me animo, nivelo, desarmo…Me rindo, luz.
Me rindo, alas.
Me rindo.
Cómo hablar?
Cómo empezar?
Descalza, de antes…
Creo en esta bruma.
Su atuendo… su pupila…
al horizonte, más luz, más bruma…
Teman.
Todo respira.
Estoy cantando.
No veo nada…nada.
Cuelgo esta partitura en el cielo y no se ata,
tan sólo es una pista de corazón…
Collares, collares abiertos…
me deslizo, anuncio.
Promesa, acaso festín, o perla…
ahora me ves, ahora no me ves.
Ahora me ves, ahora no me ves.
Ah, adoro la tierra…
Este lugar es precioso…
Acaso tan inconcebible como lo imaginé.