Esos raros placeres nuevos

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“Cuando era chica me regodeaba imaginando que me moría y desde la invisibilidad de algún espacio etéreo podía ir a mi funeral y ver cómo todos me lloraban. Una idea narcisista y bastante tonta si descubrís que es mucho mejor soñar que te morís, volvés como un cadáver articulado y lográs que todos te teman”. De párrafos como estos (que mezclan epifanía de  niño con humor cínico e investigación periodística con sutiles notas de autobiografía) está hecho Super freak, un compilado de crónicas resultantes de las “excursiones” de la periodista Juliana Rodríguez por el “lado B de Córdoba”.

Editado por Recovecos y Caballo Negro, la autora nos introduce en el mundo de los “frikis desde la cercanía empática de alguien que decide entrar a los 30 sobre cuatro ruedas. La periodista arranca cronicando su primera semana en patines, anotándose así en la lista de nostálgicos que no se resignan a hipotecar su juventud para adquirir el rictus  racional del adulto promedio. Si la tele, los comics y el cine crearon un escuadrón de fanáticos, la enérgica narrativa de Super freak los amontona en una celebratoria y sensible convención de raros organizados.

Rodríguez escribe como si estuviese patinando sobre una pista infinita, contenta de recibir los nuevos vientos en la cara. Su prosa dinámica avanza por el centro de la ciudad para mancharse con la sangre de la zombiewalk o para hacer flamear las capas de los héroes y villanos  que conmemoran los 75 años de Batman en el subsuelo de la Galería Cinerama. Pero también dobla por callejones  que conducen a la secreta Ñoñópolis, a un “tea party” de adolescentes que actúan y se visten como muñequitas, o a la “Córdoba Medieval”, donde tipos con armadura se trenzan en un combate tan increíblemente épico como serio. De allí pasa derecho, y como buena “chica sin frenos”, a las brutales pistas del roller derby.

Esta suerte de guía turística alternativa logra arrastrar al lector hacia los puntos menos marcados del mapa, viralizando desde sus párrafos un entusiasmo de aficionada que se expande y contagia. Porque cuando le cuento a mis amigos que (mientras nosotros  esquivamos caniches en el parque de Las Tejas o nos atoramos con panes en Paseo de las artes, sábado tras sábado) un grupo de chicas está practicando a pocos kilómetros ese rarísimo deporte sobre patines de la película Whip It, dirigida por Drew Barrimore, la respuesta es siempre la misma: “No te puedo creer. Cuándo vamos.»

Impostergable: ¿Dónde encontrarlo? Detalles en viajesdeida.wordpress.com

Juliana Rodríguez

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