3 discos. 3 bandas. 3 de octubre.
9 bandas. 25 discos. 3 años.
Dos conteos exactos. Dos formas de contabilizar la escena musical local. Es viernes y llueve y la lluvia todavía mantiene esa bipolaridad única: aleja a los apologistas de la mala suerte, al tiempo que augura para las bandas que componen Ringo Discos, rachas inimaginables de benevolencia. Llanamente: la lluvia trae suerte. ¿Habrá también proporcionalidad con la cantidad que cae?
El viernes 3 de octubre, 3 bandas presentaron 3 discos. La lluvia fue el invitado de honor. Ahí estuvimos haciéndole compañía.
Después de mucho esperarlo, Apolo Beat presentó su primer registro largo, Actriz. Ambicioso y certero, el disco funciona como broche de oro para el camino recorrido desde 2009: los pulsos bailables característicos de la banda se afinan al complementarse con arreglos inteligentemente colocados, al tiempo que termina por delinearse una identidad ‘apolera’, definida por 5 músicos que avanzan con la contundencia de quien sabe lo que quiere y hacia dónde camina. En Luz y Fuerza, Apolo construyó un momento audaz e intenso con las canciones Actriz, Nueva Ola, Separador, Centinela, Automática y Magenta, un set que incitó al baile e intensificó la unidad estético-musical que la banda se propone alcanzar. Frescos, luminosos y desprejuiciados, los Apolo sonaron increíblemente bien y se bajaron del escenario dejando al público con ganas de más, un pedido literalmente expresado en el coreo incesante del ‘otra, otra, otra…’
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Fotos: Agostina Orlandi
Algunos minutos más tarde, Entrego mi cuerpo a la ciencia se hizo vibración sobre el escenario. En orden, las 4 canciones del disco guiaron la performance de Lucila Escalante, que dibujó escenas con su cuerpo, casi como en un ritual tántrico. Si en el set anterior (el de los Apolo), todo había sido cuestión de afianzar una personalidad, en el de los Peces Banana, todo fue cuestión de giros acústicos, cambios, re-invención. Las guitarras marcan el pulso de este nuevo EP, cambiando la experimentación de los primeros sonidos, por otros ritmos más urgentes, penetrantes… Una interesante inclusión en el disco fue el cover de Ves, original de los ENT, un pasaje oscuro y trepidante, a la que los peces se animan con una fuerza inigualable. Berthex (Cintia Scotch) y Nicolás Garriga (Anticasper), también participaron del ritual, acompañando a los miembros estables de la banda en las canciones Entrego mi cuerpo a la Ciencia y De antes y Siempre. Lo inminente acá: una nube de fotógrafos intentando atrapar cada movimiento de Lucila y sus mágicos flecos.
¿Seguirá lloviendo? En el hall del auditorio, la escena más improbable: un grupo de jubilados del sindicato espera (con carpa, bolsa de dormir, conservadora y caña en mano) que la lluvia, ahora torrencial, pare y el colectivo los busque para embarcarse (literal) a la pesca en el Paraná. Al final de la noche lo van a lograr, pero para eso falta todavía un set más. El dúo que completa esta tríada.
Lautremont arranca su set con las canciones de DrewBarrymore, el disco que ya está disparando sus últimos cartuchos para darle paso a lo nuevo, un trabajo grabado en vivo en la legendaria Casa Babylon y que verá la luz del sol en algún momento de noviembre o abril. La fórmula nueva no corre muy lejos: guitarras distorsionadas, la explosión de la batería en los momentos precisos, y un pálpito tan intenso como oscuro. Viejasound (Darío Bustos) y Guille Camusso son los hacedores de este dúo que ‘desentona’ en la plagada escena local, y que propone musicalizar la vida misma, a base de ritmos industriales. Composiciones con fuerza, frenéticas, a veces imposibles de contener dentro del espíritu. Creo que esa es la apuesta de Lautremont: una que se dispara en solitario, que emerge por su particularidad, y que se define en base a un público diferencial, difícil de encontrar en el sindicato, pero que se quedó hasta que sonó el último acorde y que, a algunos, llegó a acaparar en un sutil movimiento de cabeza.
Algunos agradecimientos, los últimos movimientos para acomodarse antes de encender las luces y la inminente imagen del final, que hoy vale más que mil palabras: un colectivo incesante que se vuelve canción en cada nuevo disco.
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