Las noches de Córdoba son una especie de rompecabezas autómata: la gente anda orbitando por los diferentes polos artísticos de la ciudad, como piezas que no encuentran su lugar en esta máquina cultural gigante que es la docta. Pero poco a poco, casi por inercia, cada parte engrana en su sitio y las personas comienzan a encontrarse con sus sonidos, sus instintos, sus alter-egos nocturnos.
La noche de miércoles parecía dormida, pero una lluvia intermitente buscaba desencantar las nuevas mentes que se alimentan de beats frescos y under cordobés. Ningún fenómeno climático impidió a estos jóvenes lindos apoderarse una vez más de la pista del ultimo RockMe del año en Black Sheep. Y allí estábamos, disfrutando de buena música, armando y desarmando debates sobre la nueva escuela, las nuevas voces, esperando ansiosos el momento en que el escenario fuera poseído por una de las abanderadas del new folk: Loli Molina. Envuelta en humo y neón, coronada en luces amarillas y acompañada de su inseparable telecaster, apareció ella, así, como si fuese una visión onírica. Nosotros, los simples mortales, atestiguábamos obnubilados cómo los primeros versos que escapaban de esa delicada voz, nos atravesaban y se infiltraban en cada rincón del lugar.
[nggallery id=773]
Fotos: Luciano González para Black Sheep
No es difícil quedar cautivado por la obra de Loli y el increíble repertorio de recursos que conjuga con sus instrumentos. Como una carta de presentación, la muchacha Molina introduce su guitarra con una afinación customizada que nos muestra eternos loops que dilatan la realidad de los presentes hacia espacios y tiempos infinitos; y una digitación que no tiene nada que envidiarles a los gigantes del rock nacional.
Interpretando canciones de sus álbumes de estudio, (Los senderos amarillos y Sí o No) su voz se iba convirtiendo en un huracán que arrasaba con todo y dejaba mentes y almas sacudidas. Loli Molina, mantuvo a todos hipnotizados bajo el hechizo de obras como Si, Yo te quiero igual y A la próxima. Llegaban las 2 de la mañana en Black Sheep y la sensibilidad se respiraba en un aliento sin fin. Pero sabíamos que ya era hora del aterrizaje, y de la mano de “Gorrión” volvimos a hacer pie en la realidad. Concluímos así un viaje a ese lugar donde vive la chica de la gran ciudad, a esa galaxia llena de soles que estallan en Fa, en Mi y en Sí: un viaje sideral al universo de Loli Molina.
Leave a Reply