Melanie Priscila
Jueves santo. Y un templo que tiene por dios a la música: Casa Babylon.
La noche quiso que la previa al show estuviera cargada de música noventosa: esa que invita al cuerpo a la carcajada, al bizarro recuerdo y al canto. Y así, cuando los cuerpos estuvieron listos y las articulaciones tibias, apareció la voz en off de la mujer que esperábamos. Con una corista y un DJ que manejaba las pistas con dedos casi misteriosos, hizo su entrada triunfal Miss Bolivia: entero negro, borcegos, medias rojas hasta la rodilla, rastas al viento y la actitud de quien sabe que puede llevarse al mundo por delante.
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Ph: Dama Acosta
La vibra fue el elegido para abrir el telón, seguido bien de cerca por Tan distintos que trajo una sorpresa: una bailarina de dos rodetes en lo alto de la cabeza que hizo que todos los ojos quedaran hipnotizados por el quiebre de su cuerpo y la inexplicable fluidez de sus movimientos que se mantuvo inalterable durante toda la noche.
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Ph: Dama Acosta
El Rap para las madres fue el momento más emotivo y no por eso menos bailado, pero la explosión literal de voces y saltos se dio con el esperadísimo Tomate el palo. Las manos en el aire, los pies despegados del piso, las cabelleras revueltas y las gargantas extasiadas, fueron el resultado de la pasión que despertó el tema que; después de temas como Bien warrior y Maria José; se convirtió en el bis de cierre de una noche a puro rap y baile. Amor, inclusión, memoria, pasión: Miss Bolivia es la alegría revolucionaria.
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