Pedro D´Alessandro: A su manera

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En dos noches consecutivas, Pedro D’Alessandro puede subirse a la cabina de una fiesta multitudinaria y a la de un club íntimo para iniciados, extremos que grafican el lugar que ganó en la escena electrónica de Córdoba a fuerza de talento y no por sus habilidades en las relaciones públicas. Porque Pedro es un dj versátil pero con personalidad, un tipo que convoca pero que no transa: se volvió un referente de la bass music en Argentina, aunque nunca lo vas a escuchar poner algo de dubstep comercial. “He perdido fechas porque los dueños de boliches te condicionan, te dicen el tipo de música que tenés que poner”, reconoce. “Es un poco irónico: te convocan por el tipo de música que pasás, pero a la vez te dicen qué quieren que suene. Es gente que cree saber lo que está pasando, pero no hay un compromiso por detrás, sólo les interesa llenar el lugar”.

Fotos de Isi Violeta (arcoirisi.tumblr.com)
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En sus sets en vivo los estilos desfilan con una cadencia fresca y reconocible. Puede pasar del techno experimental al house más amable, del garage más oscuro al two step más moderno, y todo convive con una idea central: poner a bailar. “Voy a clubes desde mi adolescencia. Siempre me fijaba en el laburo del dj”, dice y recuerda algunas de sus noches en Lokitas, La Luna o Peekaboo, con la edad justa para poder entrar. En paralelo, en su casa escuchaba cosas raras, joyas de sellos como Warp, emblema de la IDM (música de baile “inteligente”). Un día le comentó a Matías Carceglia, un amigo que organizaba fiestas en Moog (recordado sótano de Nueva Córdoba), que tenía un set de hip hop algo extraño, pero que podría funcionar. Así fue su primera fecha, a la que le siguió otra en Peekaboo, invitado por Flor Beretta.

Esas primeras fiestas podrían haber sido su despegue en las pistas, pero antes optó por cambiar de aire. Sacó un pasaje en avión a España y ahí se quedó por un tiempo. Corría 2005. “Me fui para desconectarme, para despejar la cabeza. Me terminé quedando un año y medio. Viví en Barcelona, Madrid, Valencia… También estuve por Italia, Austria y Polonia”, relata Pedro. Conoció gente, lugares y fundamentalmente música nueva. Allá escuchó un género con una cadencia extrañamente seductora llamado dubstep.

Su regreso a Córdoba lo encontró lleno de música e ideas nuevas. Trabajó un tiempo como administrativo, pero al poco tiempo prefirió arriesgar y dedicarse de lleno a la producción y las presentaciones en vivo. Ahí aparece nuevamente Carceglia, quien junto a un equipo encabezado por Andrés Oddone estaba gestando una pequeña revolución en las pistas de baile cordobesas. Las fiestas Random (y luego su evolución, las Switch) fueron las primeras fiestas de la ciudad que apostaron a una idea multicultural y desprejuiciada de la música, donde la electrónica jugaba con lo retro (había arcades para jugar) y lo futurista. Escenario ideal para Pedro.

“Cuando largaron las Random tuve una fecha en la pista común, invitado por el Mati. Toqué dub techno, algo raro, porque la fiesta estaba más relacionada a lo tropical. Después se armó La Perrera, una pista alternativa, y ahí fui el residente. Fue uno de los primeros lugares de Córdoba donde sonó música dubstep. Siempre escuché mucho house, pero sentía que eso era algo completamente nuevo. Mucha gente empezó a escuchar dubstep gracias a esa pista. Y de ahí surgió la Bullybass”, recuerda Pedro.

Las “Bully” llevan varios años en el centro de la escena nacional, pero sin renunciar a su espíritu underground: un ciclo emparentado con la música de graves potentes y sugestivos, un laboratorio en el que se trabaja con sonidos modernos en conjunto con el ADN cordobés, la fiesta y el agite. “Hasta el día de hoy, es el lugar con el que más libertad me siento”, asegura. “Puedo tocar lo que quiero al cien por cien y siempre es bien recibido. La gente va a escuchar cosas nuevas, que lo sorprendan”, dice en relación con una movida que nació mediterránea pero que funciona con éxito en distintos puntos del país. “Córdoba vive un momento increíble, es la meca de la música electrónica en Argentina”.

Pedro ha compartido noches con tipos tan diferentes como el inglés Appleblim y el japonés Satoshi Tomiie. En una puso dubstep y en la otra house, pero siempre con su estilo, a su manera. “En Córdoba hay cabinas cerradas, por más que la rompas no vas a entrar. Algunos amigos me dicen que tengo suerte porque salí de otro lado. Eso hizo que no transara con nadie. Todo se dio por mi trabajo”.

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-El primer disco que te compraste: Odelay (1996), de Beck.

-Dos discos fundamentales de tu colección: Geogaddi (2002), de Boards of Canada, y Loveless (1991) de My Bloody Valentine. No escuché el nuevo, ¿está bueno?

-Un músico mainstream que te guste: David Bowie es un artista que me acompañó desde siempre.

-Un hobbie más allá de la música: El cine. La última película que me marcó fue Cosmopolis de David Cronenberg. Hacía 5 años que no veía una película tan buena. Y Robert Pattinson la rompe.

-Tu relación con la ropa: Me gusta ponerme algo que no tenga otra persona, me rijo por eso. No sigo la tendencia, eso me chupa un huevo. Me gusta comprar ropa en ferias y ponerme lo que se me canta, aun a riesgo de quedar ridículo. Le presto atención a lo que uso, pero no por una cuestión de moda, sino por lo que me gusta a mí.

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