“Cuando murió, no podía llorar, así que me puse a escribir. Al terminar guardé las páginas, aquí están esas páginas, mi adiós a mi amigo, mi aventura, mi desatada alegría.”
Ésa es la advertencia con la que Patti Smith deja al lector justo antes de adentrarse en el barco que surcará El mar de Coral. En la página siguiente, Morfeo nos espera mientras sueña con un joven de cabello ondulado que se prepara para la etapa final de su viaje, un viaje a bordo de un barco en el que espera por ver la Cruz del Sur. Así de críptico y simbólico es el nuevo libro de Patti Smith.
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En menos de 100 páginas, la artista, cantante, poeta, indefinible e inabarcable Patti, cuenta la historia de un viaje en clave de verso y prosa, logrando un resultado hermosamente ambiguo y estéticamente exquisito. En esas menos de 100 páginas, Patti cuenta la historia de Robert Mapplethorpe, su amigo, su amante, su compañero de aventuras, su cómplice artístico, su casi otro yo. En esas casi 100 páginas el amor flota en el aire, las descripciones sobre Robert navegan un mar de sensaciones cósmicas exactas, precisas y cargadas de una sinceridad que muchas veces significa brutalidad en la justa medida.
El dolor, la pasión, la tristeza y la melancolía se hacen palpables en la piel, con cada verso y palabra escrita. La travesía abarcada en El Mar de Coral termina con un final anticipado: la muerte de Robert y el camino que condujo a ella son las páginas precedentes. La belleza de los tres textos incluidos bajo el apartado Letanía, marcan el fin del viaje y la investida hacia un destino seguro.
Patti Smith logra en El Mar de Coral, la transformación coherente de los sentimientos en palabras. La traducción de ese íntimo dolor es exacta, precisa y llega de tal manera que te sumerge en las aguas de ese mar. El libro es la historia de un viaje pero es también la historia de un encuentro y un desencuentro, marcado por la creación, por el arte, el amor y el dolor (que tan de la mano van). Leer este libro, por ende, es embarcarse y dejarse llevar por un alma que expía tristeza, pero que también expía amor.
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