Seres con sentidos impredecibles: QI en Club Belle Epoque

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Lo exótico del paisaje no es el terreno ni el lugar, no son las rarezas ni las malezas, no es la armonía ni el equilibrio. Es la destrucción de la lógica cuando colgamos nuestra vista en un sinfín de imágenes que sobrevuelan nuestra mente. Cuando convocamos un paisaje, siempre pero siempre, (y sin excepciones), visualizamos un punto fijo. Y ahí, en ese espacio, no hay un antes ni un después, solamente la detención absoluta de las agujas del reloj.

Un día largo, una noche corta y la Belle Epoque: espacio que abarca y expande el arte de las producciones independientes y autogestivas locales. Llegamos y un mundo de gente atravesaba la luz tornasolada azul que señalaba la entrada: avanzamos y nos topamos con paredes pintadas a mano de colores superfluors y con música disco de fondo que ya nos incitaba a movernos de a poco. Éramos muchos los que esperábamos ver, sentir y escuchar mientras mirábamos ese escenario de pequeñas dimensiones pero de grandes juicios artísticos de la música cordobesa. A eso de las 3 de la madrugada, con el sobresalto de haber pasado primero a las tablas Nuna Malta, y la música funky- experimental del DJ; los calores se olvidaron y los síntomas del movimiento ya se anticipaban.  Del otro lado del escenario, la previa de los músicos entre carcajadas, y abrazos traslucía expectativas.  Todo lo que sucedería a partir de ahora se extrapolaría en un horizonte de sonidos galácticos.

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Ph: Dama Acosta

“Se abre la puerta del sol, y todo se torna feliz”, QI sube al escenario y todo lo apagado, sin color, sin línea y sin textura, comienza a tomar forma casi sin querer.  QI es una banda que se anima a la mezcla constante del funk y el soul con diversos ritmos latinoamericanos y alternativos. Como su nombre lo dice, ellos hacen fluir la energía de la naturaleza con sonidos y estilos impredecibles. Oriundos de Neuquén, vinieron para quedarse y tocar La Misión Galáctica, su primer LP luego de hacerse conocer con  Al Sol Estrella, primer EP editado en el 2010. La sensual y melódica voz del frontman acompañado de sutiles toques de batería y del bajo, eran la base de la sostenida guitarra eléctrica y la polifonía del teclado. Una rotunda ola de intensidad encendió la pista de la Belle en el preciso momento en que los músicos entraron en contacto con el público, convocando las energías y las mentes a una transición de sonidos funky rítmicos y bailables.  Los QI se desprendieron de la armonía y la melodía tradicional para encontrar una pura y verdadera sintonía con la música. Tanto que nos hizo soltar nuestros pies, cabezas y cuerpo para bailar juntos, entre todos, aun sin conocernos.

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Ph: Dama Acosta

En el paisaje sonoro entraron en juego dos ingredientes fascinantes: en primer lugar la  espectacularidad de la música que se escuchaba, enlazadora de instrumentos tocados por seres con sentidos impredecibles.  Y en segundo lugar, las palabras como respeto, valor, igualdad, libertad, amor, unidad y armonía.  Los neuquinos de QI esa noche conquistaron un lugar construido por la música con el fin de que todos seamos parte de un momento tan consciente como placentero.

La noche ardió como un paisaje envuelto en llamas, como un volcán que erupcionó todas nuestras cualidades en la hora y media en que duro el show. Sentimos el placer, el amor, y la sensualidad de la música soul y funky de QI hasta en sus últimos toques de hip hop y música disco que hicieron temblar nuestros cuerpos.  Lo exótico del paisaje es sin dudad la acción misma de cerrar los ojos. Poderosamente nos dibujamos una imagen, un punto fijo, un horizonte en donde detener el tiempo. Y entrar como inmigrantes a un sitio, donde la música está hecha por seres con sentido impredecibles.

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