5 horas. 13 bandas. 35 canciones. Un sinfín de emociones. Y un hombre. Gustavo Adrián Cerati Clark, la persona que le puso rostro y cuerpo a la vanguardia, el cantautor que hizo trizas los paradigmas, el artista que abrió puertas a otros artistas, el músico que inspiró a otros músicos, la leyenda de la canción animal. Es el Día de la Música, son las 5 de la tarde y en el Paseo del Buen Pastor un escenario vacío y unos parlantes aún en silencio anuncian un encuentro místico. La ciudad entera rendiría homenaje a ese capítulo eterno de la historia de la música: la psicodélica vida de Gustavo Cerati.
La pantalla se encendió y apareció una imagen, una instantánea: Gustavo nos miraba fijo detrás de esos ojos llenos de claridad. Con las cuerdas inconfundibles de Un Misil en mi Placard, Testigo fue la banda encargada de darnos la bienvenida a este encuentro sideral: y ahí estábamos, refugiados sobre nuestros improvisados divanes, agitados por nuestras formas. Para muchos de nosotros, músicos de esta ciudad, Gustavo ha sido un referente. Fue un gran innovador. Era fantásticamente artista. Este es nuestro agradecimiento. Esas fueron las palabras de Lucas Magnin antes de entonar con infinita dulzura, Lisa, esa canción dedicada a la chica lunar que fue su espejo. El adorable Puente nos permitió pasar al otro lado donde nos esperaba Cyro & la Liga Premier, Extraña Sociedad, Sullivan y Valterson. En sus voces sonaron, entre otras, Trátame Suavemente, Sobredosis de TV y En Remolinos.
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Fotos: Mili Gamboni
Odín llegó con dos luces del rock nacional: Cuando Pase El Temblor y Juegos de Seducción, el mismo tema que abrió el show de aquel inolvidable diciembre de 2007, cuando miles de cordobeses vimos volver a su mítica banda, Soda Stereo. Mientras el sol bajaba y avanzaba esa inefable sensación de libertad de sábado por la noche, llegó Hammer y el rock pesado cordobés se hizo presente. La banda versionó Hombre al Agua y Sueles dejarme Solo, liderando su segmento a puro hard rock, mientras el sonido de un bajo iridiscente se fundía en la inconfundible complicidad de los trapos del pogo rockero
La hora del Té para tres llegó con el dúo Géminis, mientras la fuente reflejaba de alguna misteriosa manera, el sonido de su brillante guitarra. Y además vos sos el sol, sonaban más tarde, mientras Bajan hacia sumergir a la multitud en el aura insondable de las voces, de los coros y de las miles de sonrisas anónimas. Una eternidad espere este instante, decían los Cintia Scotch y desembarcaban con una sublime versión de Entre Caníbales. Mientras tanto, el agua en la fuente era un crisol donde los colores verdes y azules se tramaban con algunos tintes violetas y amarillos. Y el color del sol fue el salto hacia la fuerza pop de Luciano Duarte que maravilló con Amor Amarillo. A través de Pasos, llegaron al escenario los Hipnótica, que también fueron los encargados de entonar ese himno que asegura que las cosas a veces tardan en llegar, pero que al final hay recompensa. Zona de Promesas emocionó y sembró profundas nostalgias en las almas de aquellos que vieron y ven en Gustavo un faro, una guía, un ángel eléctrico.
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Fotos: Mili Gamboni
Las luces de los edificios iban encendiendo, las ventanas se convertían en pequeñas lámparas y llegaba el punto culmine de la noche, el cierre con la banda tributo local por excelencia: Planeador V. Con una impactante puesta en escena, recorrieron temas como Avenida Alcorta, Corazón Delator, El Rito, la poderosa Ciudad de la Furia y la icónica Persiana Americana. Vuelve la misma sensación, esta canción ya se escribió, decían en Deja Vu, mientras nos invadía la inevitable sensación de ya haberlo vivido antes, de cerrar los ojos y sentir que era Gustavo a quien escuchábamos.
Un show que fue un universo ecléctico de transmisores, de vehículos, de estilos que llevaban dentro de sí un mismo mensaje. Los corazones delatores transformaron en aplausos y fulgor, un recital tan intenso como camaleónico. Hoy festejamos el día de la energía que atraviesa todas las cosas, de la fuerza vital que hace girar al mundo. Porque el paisaje más soñado es este inabarcable Lago en el Cielo, es este lugar donde habitan los grandes, las mentes brillantes, los seres de luz. Y porque hoy, más que nunca, ese hombre alado extraña la Tierra.
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