Llegar a las corridas. Pasar los controles, entrar al predio y reconocerlo de nuevo, recorrerlo una vez más. Sacar una foto acá, otra allá. Ver que entre las carpas temáticas, los hangares, los espacios para pintar (se) y la vuelta al mundo, Cosquín Rock se ha convertido lentamente en una especie de Woodstock, pero bien...
Entrada