DIEGO


por Jou González Ruzo

Diego también fue víctima del sistema y mundo en que vivimos. No olvidemos que sus armas fueron la pelota y un 10 en la camiseta, acompañados de un gran carisma hizo la historia que pudo. Nadie puede saber lo que se siente ser Diego Maradona, solo él.

Todos los vicios de un sistema exitista y patriarcal abarrotado de intereses se hicieron eco en él, ¿cómo diferenciar? Si el ruido mediático de una persona extremadamente famosa en el mundo entero inevitablemente iba a generar ruido adentro. Y nadie está preparado para eso. Mucho menos alguien que de chico vivió la miseria de una villa en el conurbano donde la preocupación real era si habría comida ese día en la mesa.

Somos la dualidad, somos la bestia y el santo cada uno a su manera porque existimos ahí. Y desde ahí empaticé siempre con Maradona. Los problemas estructurales de una sociedad llena de carencias y vicios no pueden ser señalados en una persona, o al menos no me suena justo.

¿Justifico su violencia? No. Pero incluso en ese lugar donde más me cuesta empatizar me recuerdo de donde viene, quienes le rodearon, cómo formó sus pensamientos, qué le dijo a quien y no solamente me provoca mucho respeto, sino también admiración, pena, lágrimas y dolor.

“Yo era un pibe de Fiorito que jugaba más o menos bien a la pelota. Un día me pegaron un voleo en el traste, me mandaron a la cima del mundo y ahí me dejaron sólo”, dijo Diego alguna vez.

¿Qué hubiese sido de Diego sin una pelota? ¿Qué personajes lo hubiesen rodeado? Me lo imagino protagonista de su vida también, dual, contradictorio, lleno de vicios y pureza al mismo tiempo en su corazón.

Gracias Diego por soportar todo, sé que finalmente encontrarás la paz ahora en un nuevo plano, haciendo jueguitos con los botines desatados y cantando life is life.