Por Cecilia Rumie Vitar
Foto: Museo Superior de Bellas Artes / Palacio Ferreyra
La noche del viernes, Córdoba se apropió de un nuevo espacio. Los jardines del Palacio Ferreyra se cubrieron de vida a través de la obra de José Luis Torres: No todo lo que brilla es oro.
En el marco del proyecto de arte público Autoconstrucciones, el artista cordobés montó un puente entre el museo y la ciudad. Una megaestructura de caños sorprendió a los paseantes cordobeses saliendo de las puertas del palacio hacia los bellos jardines que diseñara el paisajista Carlos Thays a comienzos de siglo.
Este tipo de obras caracteriza a Torres, hoy radicado en Canadá, que afirma: “En cada proyecto artístico, me cuestiono la relación que se establece entre el emplazamiento, la obra y el individuo que interactúa. El espectador está invitado a hacer la experiencia por medio de la deambulación y de la apropiación del espacio”.
Eso es No todo lo que brilla es oro, un espacio donde el espectador se convierte en protagonista y se apropia del ambiente para vivir ese espacio a veces robado por la solemnidad del museo, buscando intervenir espacios, apelar al público y su contexto urbano. La obra se alza como un puente entre el patrimonio cultural de Córdoba y su evolución como ciudad. Un puente entre la conservación y la evolución. Una excusa para la reflexión y la apropiación de ese espacio público que a todos nos pertenece.
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