El genial Edgar Allan Poe tenía una premisa para escribir sus relatos; la regla de “en una sentada”. Todo relato, para Poe, debía ser leído en una sentada, de esta manera evitaba que los eventos del mundo rompieran el hechizo.
Los hermanos Matt y Ross Dufer recogieron el consejo del maestro del terror, no por casualidad, para homenajear la obra de otro soberano de este género, Stephen King. Stranger Things se estrenó el 15 de julio por Netflix sin pitos ni flautas, pero con la confianza de quien tiene una carta ganadora: 8 contundentes capítulos que logran el sagrado fenómeno del tiempo abolido.
Stranger Things viene, de alguna manera, a tomar justicia por todos aquellos que deseamos, cuando chicos (y cuando grandes), que películas como Los Goonies o Cuenta Conmigo no terminen nunca, ¿Quién no quiso que E.T. sea una permanente en su vida?
Cargada de nostalgia, la serie se despacha con citas constantes a la cultura de los ochenta. Una televisión encendida nos arranca del presente a fuerza de comerciales de Coca Cola, cameos de He-Man obteniendo el poder, o Reegan dando un discurso (por supuesto la mención a la guerra fría y los rusos tiene más de un lugar en la serie).
Lectura de cómics y El Señor de los Anillos (libro), juegos de mesas (Calabozos y dragones), chozas en el bosque y bicicletas con luz en frente. El uso de la comunicación enamora: teléfonos fijos de cables largos y colgados en la pared y walkie talkies como conductores de la trama terminan de meternos en la década.
Pero la fuente en donde la serie hidrata todo el abanico de clichés es en el cine, lo logra de una manera magnética y deliciosa. Está claro quiénes son los protagonistas, pero también vamos a ver al Sherif y sus tímidos ayudantes, a la madre soltera y obstinada, al padre ausente. Vamos a encontrar al pueblo tranquilo, donde todos se saludan y conocen. El grupo de adolescentes o “hermanos mayores” y el chico popular que trepa hasta la ventana de su enamorada.
Los chicos, dueños absolutos de la serie, exponen el arquetipo más delicado y comprometido de la amistad; lealtad absoluta, juramentos sellados y la palabra como única prueba de ley. Los abusadores, como pequeños villanos en una trama que guarda su justicia, se dejan ver ostensibles y sin rodeos. Vamos a encontrarnos con Star Wars, Tiburon, The Thing, Volver al Futuro, entre muchos otros.
Pero la fuerte participación del cine cumple con un propósito más ambicioso que el de recrear una época y es el de explicar la trama, cuando esto sucede es la gloria. El cine explica al cine, no necesita de nadie más. Los pequeños protagonistas usan la misma lógica que usaríamos nosotros para desentrañar un enigma paranormal: todo lo que aprendimos de la mano de Stephen King, John Carpenter, Steven Spielberg y John Hughes, entre otros.
Stranger Things trae contundentes interpretaciones (destaca Winona Ryder) y escenas memorables, tanto por los efectos especiales, como por la evocación. ¿Vale la pena verla? Sí, mucho, no solo si sos fan del cine de los ochentas, sino por mil razones más: ¡¡¡Hay persecuciones en bicicletas, por Dios!!! Por si todavía no estás muy convencido voy a dejar por acá algunas bandas que componen el soundtrack: The Clash, New Order, David Bowie, Joy Division, Jefferson Airplane, The Smiths Television.
¿Y la trama? Merece la pena verla, no importa lo que yo pueda agregar a la trama para hacerla atractiva. Dicho lo cual solo me limito a reproducir la descripción de Netflix: Después de la extraña desaparición de un niño, un pueblo se encuentra ante un misterio que revela experimentos secretos, fuerzas sobrenaturales y a una niña muy especial… y persecuciones en bicicletas!! (Lo último no está en Netflix).
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