A la carga mi Rock&Roll

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Ok, ya sé que muchos de ustedes, Aymagueros compulsivos y dispersos por la amplia aldea cordobesa quizás no han escuchado mucho de La Renga y debo decirles que no saben lo que se pierden! Porque el recital que dio el martes la banda se merece algo más que una cobertura decente o respetable y porque más que un simple recital, lo de La Renga en el Orfeo fue un alucinante viaje de sensaciones. La puesta en escena impecable, el sonido una aplanadora que le voló la peluca a más de uno, Chizzo, Tete y Tanque supieron encender a cada una de las personas del campo y la platea y hasta tocaron un segmento acústico que resultó de lo más perfecto. Pero vamos por partes…

La Renga, esa banda de hardrock con casi 25 años encima y una localía indiscutible cuando de tocar en estadios se trata, volvió a la Capital cordobesa después de 4 años y no sólo eso sino que se animó a tocar en un microestadio cerrado, anuncio que claramente fue la primera sorpresa de esta gira llamada Norte al Interior. La segunda sorpresa también anunciada (vía Twitter por José Palazzo) era la del segmento acústico que venía incluido en el show, y entonces muchos de los fanáticos nos preguntamos: ¿La Renga, un segmento acústico? ¿En serio? Y sí, fue sin aviso cuando después de En el Baldío empezaron a sonar las guitarras criollas en manos de Chizzo y Tete, mientras que Tanque quedaba al mando de un cajón peruano y fueron sonando una tras otra Llenado de llorar, La Balada del diablo y la muerte y la exquisita melodía de Voy a bailar a la nave del olvido. El segmento fue de lo más pulcro, con un sonido que siguió siendo fiel a la mística de la banda y una guitarra que particularmente en la última canción del acústico hizo vibrar (literalmente) con las notas graves cada centímetro de mi cuerpo.

El carnaval de martes propuesto por La Renga duró un poco más de 2 horas y en ese lapso de tiempo se dejaron escuchar muchos temas viejos que ya casi ni se tocaban en vivo como Xilosibe mejicana, Buseca y vino tinto, 2+2=3 (convertida con un exquisito ritmo de blues), Oportunidad Oportuna y Estalla. Los medios de Córdoba dijeron que las personas adentro del Orfeo fueron 10 mil, pero lo cierto es que estando adentro el número es imposible de calcular aunque sí puedo decir que el aire era algo que escaseaba ya que no hubo ni una sola de esas personas que no cantara o saltara o coreara por lo bajo alguna de las canciones que sonaron, incluidas las del último disco, Algún rayo.

La Renga volvió a Córdoba y sonó a aplanadora, a fiesta monumental, a ritual que trae pogos incesantes, fanáticos eternos, trapos colgados sobre los barandales y mucha cerveza compartida. Cada recital es para mí un espectáculo único, una aventura nueva y lista para ser vivida, un sueño en el que me embarco libremente. Debo confesar que La Renga es mi banda preferida, esa de cabecera, esa de la que tenés todos los discos y será por eso que siento que en esta cobertura las palabras me faltaron, no me alcanzaron para describir esa terrible experiencia sensorial que vivo cada vez que los escucho tocar.

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