Aquelarre

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Compuesto en la vertiginosidad de 3 meses, Aquelarre es el segundo disco de estudio de Sig Ragga, un grupo de santafesinos que gusta de la experimentación y la lúdica al momento de pensar su trabajo en(con) la música. Cargado de sentidos y significaciones, el disco dialoga con otros discursos musicales, se deja atravesar por el arte, el cine, la literatura, la vida cotidiana, las emociones y hasta la teoría política, para terminar condensando en sí, una totalidad simbólica llena de giros y vericuetos por donde mundos de fantasía se asoman y la verdad, como ente objetivo y material, parece diluirse.

Este viernes 21 de marzo, los Sig Ragga se estarán presentando en Casa Babylon, pasada la medianoche. Antes, supimos encontrarlos y ellos supieron encantarnos.

¿Cómo fue el proceso creativo de Aquelarre? Fue muy fluido, había muchas emociones e inquietudes que venían madurando casi en silencio y al momento de juntarnos salió espontáneamente como una avalancha de ideas. Pasaron muchas cosas estos años, algunas muy positivas con respecto al desarrollo del grupo y en lo personal de cada uno de nosotros. Pero también otras muy dolorosas como la pérdida de mi viejo un tiempo antes de ponernos a componer Aquelarre. Esto le dio una intensidad especial al trabajo, quedó cargado de esa energía que estábamos transformando grupalmente en otra cosa, en algo positivo y sobre convertir ese dolor en un aprendizaje.

Las letras del disco, ¿con qué o quiénes conversan? Cada una de las canciones tiene su propia historia. Las letras condensan, de algún modo, el espíritu grupal, ya que están conectadas con las cosas que hablamos entre nosotros y los temas que nos interesan. Simplemente pienso en qué me dice la música, cual es su idea o espíritu y naturalmente afloran las melodías y las palabras. Una vez que encuentro un tema o un paisaje sobre el cual siento que hay una hermandad estética o una lógica interna con lo musical lo voy esculpiendo, quitando lo que sobra. Otras veces trabajo concentrado en algo específico como puede ser el contraste, algo puramente formal, el contraste entre lo que dice la música y el modo en que puede hilvanarse una idea vocal siendo casi opuesto al ritmo o a la forma que propone la música, pero creando en ese encuentro un nuevo sentido en la totalidad. No tengo una fórmula o un método rígido para hacerlo, me gusta dejarle espacio a lo lúdico, a lo espontáneo y trabajo para que eso suceda. Es un trabajo el dejarse llevar y creo que en cualquier trabajo creativo es muy bueno alimentarse de las emociones, del campo del inconsciente, lo reprimido, lo que uno no dejaría que ocurra, por miedo a entrar en un terreno que no controlás. Es como un permiso de uno consigo mismo. De las libertades y las propias reglas que uno se autoimpone. Pienso también que esto esta moldeado por supuesto por el canon existente, por los discursos que nos atraviesan. Yo trato de poner en crisis eso, de problematizarlo, de desnaturalizar algunas cosas, para que me permita pensarlas de otro modo y que el hecho artístico no sea un mero acto de repetición.

Sienten que existe una identidad/personalidad propia de Sig Ragga? La identidad no es algo fijo-estático, sino que se va actualizando todo el tiempo. Estamos en un camino de búsqueda de un lenguaje propio, pero no quiere decir que lo logremos, es una búsqueda constante. Y está plagada de distintos discursos, incluso de contradicciones y son más los interrogantes que las certezas. En nuestro caso las artes plásticas, el cine, la literatura, las teorías políticas, nuestra vida cotidiana, nuestras preocupaciones, temores, alegrías, anhelos, etc., todo converge de algún modo en lo que realizamos, pero no hay un objetivo específico o un modo concreto o fijo para hacer lo que hacemos.

Mirando hacia atrás ¿cuáles son los ‘elementos’ que permanecen desde esos primeros encuentros como banda? y ¿Cuáles cambiaron? Creo que lo que se mantiene intacto es el entusiasmo, el amor por lo que hacemos y es lo que nos mantiene juntos y luchando contra las adversidades. El grupo sigue siendo un motor y una excusa para darle sentido a nuestras vidas, para aprender. Creo que también sigue intacto el espíritu curioso, las ansias de transformación, la convicción del poder que tiene el arte para transmitir conocimiento y comprensión. Algo muy importante para nosotros es la cuestión de hacer lo que nos gusta y que sea genuino y cuando sentimos que perdemos el rumbo, paramos, hablamos y nos volvemos a crear. Las cosas que cambiaron son inherentes a cada uno de nosotros, al crecimiento, a la maduración, a los errores que cometimos y que posibilitaron la comprensión de qué cosas no debemos hacer o aceptar. Y obviamente el cambio natural en las formas de hacer determinadas cosas que es también parte del proceso de aprendizaje.

Quizás por el nombre de la banda uno esperaría encontrar un disco plenamente de reggae y sin embargo las asociaciones musicales son múltiples, ¿cómo se hace para que convivan/dialoguen los distintos géneros? Esto tiene que ver con lo que hablaba antes, el grupo  es una excusa, un papel en blanco para desarrollar todo aquello que nos interesa. El reggae fue muy importante en la historia del grupo, sobre todo en sus inicios, fue una música que nos motivó a armar el grupo también, pero desde el principio no fue solo eso. Siempre fuimos muy melómanos y escuchamos músicas de todos los géneros y épocas y dejamos libre el camino como para que aflore en lo que hacemos.

Sus presentaciones en vivo se caracterizan por una puesta en escena muy estética, con caracterizaciones muy especiales, ¿es esta una manera de materializar la música, hacerla visible? Más bien es una totalidad, en algunos momentos puede expresar eso, pero es un invento que está asociado a muchas otras cosas para nosotros. La máscara, el traje, la personificación, es como la entrada a un portal, la posibilidad de ser otros. Entrar en el plano de la Fantasía, al mundo simbólico, pero dialogando con el mundo material. Es también la posibilidad de convertirnos en una pintura, en poder realizar una fotografía del grupo, de jugar con las luces y las sombras y comunicar desde ahí también las ideas.

La nominación al Grammy Latino, ¿cómo fue significada? La nominación vino después de la grabación y fue un empujón y una alegría para nosotros, más que nada por la difusión que iba a tener nuestro trabajo. Eso creo que es lo más importante, ya que posibilita la llegada a lugares donde nunca hubiéramos llegado y puertas que se empiezan a abrir como consecuencia de algo así. Pero el reconocimiento en si del jurado del Grammy no es algo que nos llene de entusiasmo. Vemos que la mayoría de los artistas que están nominados o que circulan por esos ámbitos están más emparentados al negocio y a lo empresarial que al arte.

¿Qué esperan, hoy, de SigRagga? Creo que lo más importante es que sigamos entusiasmados, juntándonos a tocar y jugar como  siempre lo hicimos.

SIG RAGGA son: Gustavo Cortés (voz y teclados) – Ricardo Cortés (batería y coros) – Juanjo Casals (bajo) – Nicolás González (guitarra y coros) – Andrés Albornoz (teclados)

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