Vestida de mar

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Mariana Päraway cuenta cómo creció su vocación musical en Mendoza, cómo es su tercer disco de inspiración acuática y la historia del cover de Damas Gratis que se convirtió en hit.

Mariana Päraway esconde en su nombre de pila una de sus influencias más chispeantes y recursivas: el mar. Hilario, su tercer disco, vuelve a sorber inspiración de ese charco mágico que años atrás arrojó el álbum Los Peces a la costa musical. Aquel trabajo tornasolado por la combinatoria de géneros varios también le debe el nombre y la forma al símbolo astrológico de los piscianos. Multiplicando su dualidad, Mariana mezcló temas country con acordes pop, arpegios edulcorados y vidalas más amargas. El resultado fue una lista de canciones que siguen la lógica de las olas: vienen, van, rompen contra las clasificaciones rocosas y se hacen imposibles de atrapar.

La capitana de estos impredecibles barquitos sonoros explica que prefiere esquivar los icebergs y los rótulos: “Tal vez mi primer disco fue ‘indie folk’, pero prefiero requetecontracorrerme de ese mote porque el segundo ya no lo es y el tercero, menos. Las clasificaciones no te dejan crecer ni experimentar. La pregunta ‘¿Qué música hacés?’ es medio vieja. Antes los géneros estaban muy marcados pero cuando se empezaron a acotar las posibilidades de expresión todo se empezó a mezclar”.

Mientras su tercer álbum está en una suerte de horno para calentar los mares, al cuidado de la orquestación titánica de Alejandro Terán, Mariana timonea una síntesis conceptual. “Este disco tiene sonoridades nuevas, toco el arpa en algunas de las canciones y trato de explorar otro mundo sonoro también desde la voz. Tiene temas orquestales con sonidos electrónicos. No sé cómo, pero volvió a aparecer el mar, sobre todo en las letras y el nombre de las canciones. El título, Hilario, surgió después de que compuse algunos temas, porque me empecé a dar cuenta, por ejemplo, de que Oh my y un tema que finalmente no va a estar en el disco, Once Upon a Time, compartían los mismos acordes pero tenían las guitarras afinadas distintas. Hubo amigos que me dijeron que algunas canciones se parecían a las de mi primer disco. Entonces vi cómo uno está haciendo auto­referencia todo el tiempo, entrelazando el pasado con el presente y el futuro, y empecé a pensar en cosas que podía seguir explotando. El agua y el mar, por ejemplo”.

El vestuario es un elemento más de ese concepto. Päraway, cuya aura glitteresca se traduce en la singularidad de su estética, confió en los sofisticados diseños de Lula Rojas, de la marca Transeúnte, para subir al escenario con propuestas que juegan con lo teatral hasta vestirla de mar. “Yo quería separar un poco la que soy de la que canta ­dice­, si no, se vuelve muy personal y no es fácil. Una vez escuché a los Babasónicos diciendo que ni locos tocaban en shorts o como se visten a diario. A mí me pasa algo similar. La ropa del show me ayuda a separar los tantos”.

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De una

Como sugiere el título del último disco, para llegar a la instancia de la solista es necesario desovillar los hilos y atar unos cuantos nuditos. La misma Mariana es quien tira el carretel para atrás y traza un recorrido con forma de zig­zag: “Siempre quise tener relación con la música pero no fue fácil que en mi casa entendieran que quería vivir de eso. Después vieron que yo era feliz tocando la guitarra y me apoyaron. Pero antes me fui a Buenos Aires a estudiar kinesiología y me saqué 2 en todas las materias. Pasé de ser abanderada a ser la peor. Pero estuvo bueno, porque aprendí que uno no puede ser perfecto en todo y bajé la autoexigencia”.

Con las bandas Glamour y Prismal, Mariana amarró fuerte las cuerdas de su guitarra a su destino musical. Después, los proyectos grupales se volvieron más difíciles de sintonizar. Cuando se separaron, ella ya tenía algunas canciones que sus compañeros insistían en interpretar. “Pero no me sentía cómoda ni con el cantante cantándolas, ni haciéndolas yo, no había forma. Seguí tocando en mi casa, hasta que pude hacerlo en público. Me dio mucha vergüenza, fue en octubre de 2009, en una muestra de arte donde artistas emergentes de Mendoza exponen sus obras y bocetos”, cuenta. Ese mismo día unos amigos la invitaron a tocar con ellos. Y ella dijo: “Sí, de una”.

Así, se tiró de cabeza a ese mar de canciones del que, con Hilario, acaba de sacar a la superficie el costado más soft de su voz. Ahora, la chica que canta sola puede surfear sin límites en su océano individual: trepar crestas poperas, sumergirse en melodías más bajoneras y, si le divierte, dejarse arremolinar por las aguas bailanteras.

En ese buceo juguetón encontró No vas a ser para mí, el cover de Damas Gratis que se convirtió rápidamente en hit. “La hice para una obra de teatro, a pedido del director. Fue muy gracioso. Hablé con Pablo Lescano. Conseguí su teléfono pero no lo quería llamar porque el celular es algo muy personal. Le escribí en el Twitter, no me dio mucha bolilla, entonces le mandé un mensaje. Y me respondió: ‘El tema no es mío, es de tal persona, pero todo piola’.

Entonces contacté a ese otro chico, él le preguntó a Lescano quién era yo, Pablo le dijo que era una rockera que había hecho una versión de su tema y se lo mandé. Le gustó, quedo en mandarme más letras, pero después cuando le pasé el video parece que no le pintó ni medio”, recuerda Mariana.

Mar adentro

Abajo del escenario y detrás de la que canta, Mariana es docente de música en una escuela primaria. Dice que ama andar a caballo, que le gusta patinar, que le pone pilas a la jardinería y que si le dan un bebé se le duerme enseguida. Escuchar música es otra de esas cosas que disfruta a montones. Su reproductor puede pasar de Erik Satie a Pantera sin contradicciones. Babasónicos es uno de los infaltables de la playlist. “Los descubrí en MTV. De repente me encontré con gente que se vestía muy raro y cantaba más raro y tenían pelos de colores y tapados de piel con pantalones plateados y dije ¡what! Siempre estaba tratando de engancharlos en la tele porque no había radios que los pasaran, hasta que después me empecé a comparar los CDs. La ropa que uso, lo que escucho y un montón de cosas de mí tienen que ver con ellos”.

Como Adrián Dárgelos, Mariana sabe que las canciones pueden llevarla lejos, pero no deja de asombrarse ante algunos inesperados viajes: “La primera vez que fui a tocar a La Plata se me acercó un chico y me preguntó si yo era Mariana Päraway. ‘Ah, porque recién vengo de tocar un cover tuyo’, dijo él. Me pareció muy raro. Después, el YouTube Analytics me dijo que siete personas de Birmania me habían escuchado en un mismo día. Me asombró un montón. Una vez estaba en Londres y unas chicas me contaron que vieron en un blog que tocaba, escucharon las canciones y que fueron porque les encantó. O un chico que me escribió diciendo que estaban presentando un smartphone con una consigna ecologista y habían elegido una canción mía para la publicidad…bueno…¡buenísimo! Uno suelta las canciones y no sabe a dónde se van”.

Aunque las melodías tengan un porvenir incierto, esta solista mendocina confía en que las Moiras (las divinidades hilanderas del destino que funcionaron como musas en el último disco) recibirán sus voz de sirena como una coima y responderán dejándola cantar “hasta que sea viejita” o regalándole un barco para internarse mar adentro con su guitarra y llegar a Islandia y otros puertos salpicados de nieves fantásticas. Mientras tanto, Mariana compone canciones como hilitos de oro y deja mensajes adentro de alguna botella. Y dice: “Me gustaría lanzar al mar la palabra que mi amiga María Pien tiene tatuada en su muñeca: ‘Pasará’”.

Ph Jonathan Reiccholz

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Prendas exclusivas de la firma Transeúnte de la diseñadora Lula Rojas para Mariana Päraway

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Asistente de fotografía: Lagash

Arte: Nicolás del Socorro

Maquillaje: Lucas Reiccholz para MUP

Pelo: Cristina Do Carmo para MUP

Uñas: Dayana Pino para MUP

Agradecimientos: Lu Rodríguez, Paula Aguirre de Therapy + recycle and exorcise.

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