Rodrigo Amarante: las canciones de un artista amable

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Por Jorge Charras

Ph: Lupa Leiva

Hay una palabra que sirve para definir la presencia de Rodrigo Amarante en Córdoba: afable. Una palabra como un objeto extraño pero cercano, con cierto aire de misterio y ecos de amabilidad.

Así fue la presentación del músico brasileño que se movió por el escenario de la Sala de las Américas: con comodidad, en una escenografía íntima compuesta  del estuche de su guitarra blanca, un amplificador, un vaso, el piano y no mucho más. El resto fue una fusión exacta de intensidad emocional, complicidad y talento interpretativo.

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La apertura con «Nada em vao» seguida de «Mon nom» siguió el orden de «Cavalo», su disco de 2013 y el único hasta la fecha. Con estas dos canciones casi susurradas, se dispusieron los ánimos para una lista que recorrió, en su mayoría, su obra solista. Hubo lugar, claro, para las canciones de Little Joy (la banda que formó junto al baterista carioca de los Strokes, Fabrizio Moretti, y la cantante Binki Shapiro), de Orquesta Imperial e incluso de Devendra Banhart.

Es difícil señalar un sólo momento alto de la noche, un solo highlight, cuando la generosidad de un artista se despliega a lo largo de todo el recital. Pero, si se impusiera la necesidad de hacerlo, la interpretación impecable de «Cavalo» fue un derroche de técnica, emoción y aquello tan abstracto e inefable que solemos llamar belleza. En el cierre de ese trío de canciones al piano, «I remember» de Devendra, lo encontró casi jugueteando con las teclas.

La segunda parte, luego del piano, siguió con esa sutil construcción del crescendo que iba anunciando la proximidad  del final.

Mientras tanto, el cantautor recorrió un set de canciones teñido del sepia que le da su voz a todo lo que roza. Así pasaron «Irene», «Maná», «Tardei», incluso la canción que compuso para la serie de Netflix, «Narcos». En ese momento, con ánimo confesional, señalo que estaba nervioso, porque era su primer canción en castellano y, agregó, «lo iban a entender». Interpretó, entonces, «Tuyo», un bolero a la vez dulce y terrible.

Sólo un talento a la altura de Rodrigo Amarante podía entregar algo más al final y eso fue su brillante interpretación de «The Ribbon«: el público, de pie.

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El bis lo encontró interpretando a pedido de los asistentes un canción de Los Hermanos (su primer grupo y el que le dió reconocimiento internacional) y una versión de «Evaporar» de Little Joy que es un pequeño poema sobre la metamorfosis natural del agua.

El recital terminó con una carga de emociones latentes como esas que se nos quedan dentro luego de un acontecimiento que nos ha hecho vibrar. Largo rato después, entre los que se quedaron para la foto, cuando Amarante salió con la guitarra al hombro, una chica lo detuvo y le dijo que sólo lo esperaba porque quería decirle: «gracias».

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