Arte textil y confinamiento por Guadalupe Dean Eguía

Guadalupe Dean Eguía viene de una familia en la que su abuela paterna era modista y su abuela materna le gustaba pintar y renovar su vestidor con intervenciones propias: bordadas, cortadas, lo que sea. «Ambas nos hacían (a mí y a mis dos hermanas) cuando éramos más chicas, ropa para usar nosotras y también para las muñecas que nos regalaban. Me fueron dando, de a poco, los retazos que les sobraban y que fueron juntando con el tiempo, y yo los guardé durante varios años. Siempre me picó el bichito de querer hacer algo por ahí pero no lo concretaba.

«En la cuarentena, con la imposibilidad de salir y la necesidad de contar lo que estaba viviendo, mi experiencia personal de la pandemia, comencé a crear con las cosas que tenía y justamente, lo que había era eso.»

En el último tiempo se empezó a enamorar, cada vez más, de los objetos con una historia previa: papeles, muñecos, hilos, telas, fotos, libros. Le atrae lo que hay detrás o más allá de ellos. «El tiempo que no vemos y que está ahí presente. Las historias que hay detrás del objeto, sus dueños, sus usos. Además, me considero una ladrona secreta de palabras o discursos ajenos porque me gusta anotar ciertas palabras o frases que escuché en algún momento o leí en algún lado y guardarlo. Recolectando todo ese tipo de cosas comencé con una serie de poemas absurdos de palabras recortadas de papeles viejos, collages de fotografías recortadas de revistas en blanco y negro, ahora y bordados.», dice Guadalupe.

¿Cómo es el proceso creativo en cada pieza? «Empieza conmigo teniendo el block de notas del celular a mano para poder ir anotando las cosas que me pasan por la cabeza a la noche cuando intento dormir y no puedo, o cuando escucho o leo algo en algún lado que me interesa o atrae de alguna manera… sigue con mis escritos y reflexiones en mis bitácoras, en donde por lo general hago una especie de bosquejo de mis trabajos. Y después a empiezo a darle forma a lo que considero la parte más formal de la producción. Ahora en este momento, seguiría con agarrar los cajones con telas que tengo y ponerme a elegir cuales son las que quiero usar, elegir los hilos, y las combinaciones. Las palabras son al final y casi nunca bordo las que elegí al principio. Soy muy indecisa en eso.»

¿Qué historias contás en tus obras? «Estoy escribiendo y pensando constantemente. Mi cabeza no para. siempre soy muy autorreferencial cuando produzco, me cuesta un poco salirme de mí misma. Puntualmente ahora con el textil estoy haciendo una especie de Diario de la Cuarentena. Pero por lo general cuento eso, lo que vivo, lo que siento, lo que hay adentro mío. En este momento me encuentro indagando acerca de mis vivencias en el interior, preguntándome qué es y cómo lo habito, y también sobre el tiempo. Me puse a hacer una relación en cuanto a las puntadas del bordado como una medida del tiempo que de alguna manera queda atrapado en cada trabajo.»

¿Qué es lo que más disfrutás de esta conexión? «La posibilidad de desahogar por ese lado. No soy de las que les sirve el arte como alguna especie de sanación o algo así, pero si descargo todo lo que tengo en la cabeza o en el cuerpo por ese lado. No siento un alivio inclusive, por momentos, la carga se me vuelve aún más pesada.»

Ser cordobesa…amo a la UNC, el lomito, el chori, las cervezas en Güemes y la posibilidad de escaparme a las sierras en menos de hora y media.

Me gusta.. sentir el olor a la tinta recién estirada sobre la mesa de entintado.

Una textura y una estampa… la textura de las manos con el paso del tiempo.

Una frase que te gusta pero que no usas… “es fácil de explicar, pero es fácil porque en realidad no es la verdadera explicación. La verdadera explicación sencillamente no se puede explicar.” Julio Cortázar.

¿A qué lugares te suele llevar la imaginación? «El pasado, ayer, antes de ayer, hace 10 años, cualquier pasado.»