Fuerza heterogénea

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Podríamos intentar conectar los diferentes puntos. Podríamos intentar ponerle orden al caos. Pero no. Que lo heterogéneo contagie su heterogenia. En El Gran Vidrio nada es forzado y con esa vibra nos empapamos para sumergirnos en “Una muestra de artistas cordobeses”, la exposición que cierra este año y, al mismo tiempo, abre el siguiente.

Dentro de la Sala, sin preferencias y por puro azar, la primera parada de nuestro recorrido es Lucas Di Pascuale, que presenta distintas piezas amalgamadas para el momento específico de la muestra, dándoles por un lado cierto aire a ready-made y reproducciones técnicas, y por otro a paisajes abstractos, interiores y subjetivos. Juan Martín Juares también presenta obras de diversa índole, donde algunas representan “humanimales” o “animahumanos” junto con oraciones difusas y confusas que logran atrapar ese sabor etéreo de renovación e íntima esperanza personal. La última parada es en Mariana Robles, que nos deja las obras de su “Proyecto para un momento ausente”, una cruzada personal, llena de paisajes naturales y oníricos, para instalar su rostro difuso sobre un monumento derrumbado.

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Fotos: Gentileza El Gran Vidrio

Desviándonos hacia el galpón, encontramos a Federico Kenis que dice acerca de sus obras: “son una oda al kitsch y a la banalidad, a lo descartable y efímero”. Bajo nuestro lente sus obras le añadían cierto dramatismo al kitsch, convirtiéndolo en algo mas profundo que superficial. Luli Chalub, ocupando el mismo espacio, presenta un conjunto de obras dentro de las cuales se destacan la pareja “Adán” y “Eva”, dos retratos que, pintados digitalmente, colgados en la pared principal del galpón y separados por una presentación digital, involuntariamente o no, se podían leer como representación de un amor contemporáneo, gestado en la nube por una pareja relacionada a través de la tecnología. Una pequeña interpretación más que contribuía a acrecentar la mística de la muestra.

Dijimos que había caos. Dijimos que no conectaríamos nada. Pero, subyacentemente, hay un denominador común que reunió las cinco postas de nuestro recorrido. Córdoba, la procedencia, la localía, su arte y su mercado de arte, siembran deliberaciones en la muestra. Con la presentación de múltiples artistas y de tal cantidad de obras, se demuestra la manera en que los artistas y sus obras dialogan con su contexto en los diferentes momentos creativos y la manera en que éste recibe y transmite sus características al espacio que ocupan las obras dentro de sí.

“Adán se vendió” decían los rumores. Y nosotros elegimos creer. Creer que Córdoba puede. Producir y recibir, vender y comprar. Elegimos creer que el circuito está dispuesto para que los puntos se comuniquen y que con trabajo todo se puede mover, sin necesidad de forzar nada. Elegimos creer en el movimiento y en la fuerza de todos sus generadores.

Dijimos que había caos. Dijimos que no conectaríamos. Y no mentimos. Ya todo estaba conectado.

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Fotos: Gentileza El Gran Vidrio

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