PDF: Mi Madre / Aquí están

por Iván Taylor

MI MADRE

Dejé un poema
en la tumba de mi madre;
nunca haré de ella
una efeméride.
Ahora danza como un humo angosto
a través del espacio
pero ya no
en la memoria:
ese territorio es excluyente
de los vivos.
Aún me resisto a soñar su rostro,
también sería
un antojo de mis recuerdos.
Ella no era su rostro, ni siquiera sus gestos
ni el ademán de sus manos
grandes,
amasadoras,
llenadoras de vasos,
estrujadoras de pañuelos,
ceñidas con un anillo
que conservo para besarlo
y llamar a la buena suerte.
Mi madre no fue
sus consejos, sus frases lapidarias.
Aquellos adagios librianos
han sobrevivido el refutar
de los desenlaces.
Mi madre ha sido
un delicioso y hostil anuncio
premonitorio.
«No tengas miedo
de vos mismo».
Me vale de poco
agradecerle y a ella
de seguro la tendrá sin cuidado.
A las flores hay que dármelas en vida,
decía y con el índice
golpeaba sobre la mesa
“aquí se van a escuchar muchas verdades”.
La traigo con mi fregar de manos
como una magia
invocadora
un espantafríos.
No tengo miedo
más que a tenerme miedo.
Las fechas y los rituales
son iguales a las flores, un ornamento.
Yo llevo a mis muertos
en las manos y
en la forma de mirar las cosas.
Mi madre ha sido sobre todo
el lugar en mí
que me dice «es ahora,
es tiempo de hacer antes
de que
todo se desvanezca».

 

 

AQUÍ ESTÁN 

Fuimos las coordenadas
la esquina pactada, el ángulo exacto
en el reloj. El silencio de la ruta
la oscuridad pintada de la ruta y de tus ojos,
de tu boca. 

Fuimos la dirección precisa del viento
el parloteo de las hojas de fresno.
Estuvimos donde cada grillo
dijo
«acá».

Señalamos con los dedos
constelaciones invisibles, heridas. Nadie
nos dijo que nos daríamos miedo y agua
pan e incertidumbre.

Pero supimos repetir el ritual
cada vez.
El premio es encontrar el otro extremo
al estirar la mano.
Tocar el rostro
saber que detrás de las voces hay una carne
que las sustenta.
El premio es encontrar la otra sombra
adivinarse por los gualichos del día.
El desafío es que
pasen los días y todo lo que añoramos
aquello que quisiéramos tener y no podemos
la persona a la que le dijimos que no,
pero tal vez
todo
o de a ratos, pero inigualablemente
o para siempre,
esté cerca.
Sea.
Demasiado cerca,
del mismo lado de las preguntas.
El dilema detrás de cada libro
de cada planta, de cada espera por mí turno
para equivocarnos,
será aprender a convivir
con lo querido. 

Aquí están:
tómense,
huyan,
maten,
perdonen.


Ivan Taylor (María Luisa, Entre Ríos, 1988) 

Vivo en Paraná. Escribo. Integro actualmente el equipo de Cultura de la ciudad, en tareas vinculadas a la Editorial Municipal. Hasta la fecha he publicado un poemario, La Parte Blanca de la Noche (Ed. Fundación La Hendija). Soy de Capricornio con ascendente en Géminis, hincha de Racing y peronista. Me gusta cultivar árboles nativos y exóticos. Me dedico, además, al desarrollo de un juego de mesa sobre leyendas y mitos de Entre Ríos y culturas originarias del país. Estimo su lanzamiento para inicios de diciembre.


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