Si todo pasa, apelemos al pensamiento crítico. Así continuamos abriendo el debate que empezó a partir de que un grupo de estudiantes publicaran en Instagram fotos de backstage de una producción de moda con un cielo abrumado por los incendios en las sierras de Córdoba. Una tragedia ambiental que nos duele en estos días.
No me interesan los nombres propios de este hecho, el presente me ocupa tiempo para debatir sobre cómo vamos involucrarnos y de qué modo lo sucedido afecta la credibilidad y moviliza a las personas que trabajamos en moda, una industria tantas veces etiquetada de frívola. En este debate surgieron preguntas acerca de si el contexto, incluso una tragedia ambiental como los incendios, siempre tiene que aportar al mensaje/concepto. Es decir: ¿cuándo decidís que llenar de manchas negras el cuerpo de una modelo es buena idea? En medio de la circulación por las redes de las campañas de solidaridad para los bomberos y los afectados, ¿qué aporta ver este contenido que esquiva cualquier tipo de mensaje de conciencia?
Por más o menos cantidad de seguidores, si comunicamos, lo hagamos de manera responsable. Y más allá de lo viral, comencemos por hacernos cargo. Hablemos del mundo y sus posibilidades, acerca de lo que nos preocupa y quisiéramos cambiar.
De a poco, pero cada vez con más fuerza, se comenzó a reflexionar y accionar sobre la responsabilidad en sus procesos productivos y el cuidado del mundo. Se trata de comprender que la moda y la preocupación por lo sostenible es también generar relaciones positivas entre el ecosistema natural.
En este camino conversé con muchos colegas del rubro, y rescato el valioso análisis de la fotógrafa cordobesa Dolores Esteve. Ella sostiene que la impotencia frente al ecocidio nos está obligando a cuestionarnos cuál es nuestro nivel de complicidad, no sólo en los recientes incendios forestales, sino en la crisis global sanitaria, ambiental y económica.
“Desde hace un tiempo venimos entendiendo que si no modificamos nuestras prácticas de consumo y nuestras formas de relacionarnos con el suelo que habitamos y compartimos con otros seres, el planeta se volverá inhabitable en cuestión de poco tiempo. Quizás ya sea tarde, pero igual, no quisiera seguir echando leña al fuego”, expresa Dolores.
Y agrega que
Debemos estar atentos a quienes, desde el poder, disponen de la vida para mercantilizarla, aumentar la renta y llenarse los bolsillos.
Continúa Dolores: “Luego de reconocernos como parte de esta cadena de producción y consumo (la fotografía de moda no es más que fotografía comercial y está al servicio del mercado) debemos remodelar la práctica. Así como se han ampliado y diversificado los paradigmas de belleza y se trata de desterrar del imaginario todo aquello que pueda leerse como banalización de la violencia sobre los cuerpos de las mujeres y niñes, también se deberían desmantelar otros excesos y sinsentidos que reproducimos sin darnos cuenta en cada jornada laboral”.
Y deja el siguiente mensaje: “Les invito a que la próxima vez que nos encontremos para trabajar, en las redes o en el set, para armar un presupuesto o diseñar un proyecto, volvamos a hablar y pensar juntes estrategias para reducir daños y promover un estilo de vida que sostenga la vida”.