Ciudad Emergente- #2

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Haciendo lo posible (en vano) por ahuyentar el recurrente frío que nos envolvía, entramos por el subsuelo de la Plaza de la Música. Segundo día para el festival Ciudad Emergente y segundo día de supernova músico-emocional.

Segundo Nova es la banda encargada de abrir la tarde desde el escenario principal, en cuanto a música se refiere. Precisos como relojito suizo para comenzar, desgajaron la timidez que flotaba en el aire rockeando las canciones de su discografía. Vinieron como una exhalación y como una exhalación se fueron. Y aprendimos que así sería la jornada, a lo cine de acción, de escenario en escenario tratando de atrapar eso que pasaba y enamoraba: el pulso del día estaba abierto.

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Fotos Mili Gamboni

Mudándonos al subsuelo, Sir Hope abrió el trío de acústicos que se sucederían durante el día y bañó con delicadeza a la pequeña multitud que se juntó en ese lugar para escucharlos. Viajaron suavemente por su repertorio y arrancaron suspiros con las melodías que subían desde las cuerdas de los instrumentos y la voz de Germán Reccitelli.

De vuelta al escenario principal, subió Caperucita Coya que nos tele-transportó a Woodstock. Martín Pla Filippelli, el Hendrix de la noche, quemó su guitarra en cada una de las canciones sobre la base rítmica de Federico Schillagi y Tomás Pergolini. Simón Rutilo enhebraba las letras entre paisajes de rock velocísimo y wah wahs tan profundos como deliciosos. Una joya más del día.

Después de ellos otra vez el descenso para llegar justo a encontrar a Luciano Levin, a punto de empezar su plugged, dándole cuerda a sus sonoridades. Entre la limpieza y la armonía de su guitarra se tejía un aire a funk y minimalismo que atravesaba el espíritu. La perla del set: el cover de la canción “Sutilmente a Susana”, de Tanguito.

No mucho más tarde, Un Día Perfecto Para el Pez Banana salía al principal y nos endulzaba los oídos con la voz de Lucila Escalante. Hipnotizados y encantados. Así quedábamos. Y algo más tarde, caímos en las manos de Los Frenéticos; que llegaron para robarse todas las sonrisas con ese rock-surf-swing característico que nadie puede dejar de escuchar (y bailar). Las buenas vibras transmitidas por la música de la banda se hacía eco en cada una de las personas que se juntaron para encontrarse con toda esa positividad.

De vuelta al subsuelo, tanta gente se asomó que se hizo difícil poder escuchar a Juan Ingaramo. Apoyándose en su teclado, dio forma al último de los sets intimistas de la noche, con un cover de la Mona Jiménez incluido. Y todavía quedaban Liers, La Perra que los Parió y Utopians; una sobredosis difícil de asimilar completa en el corto plazo. Ni hablar del día que se fue y del día por venir. Imposible no dejarse seducir por esas promesas cumplidas y promesas por cumplir.

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Fotos Mili Gamboni

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