La Vela Puerca desembarcó una vez más sobre escenario cordobés y esta vez lo hizo con dos fechas plenas en el Espacio Quality. El viernes 19, tres horas después y dos cervezas más tarde de lo previsto, salía del gimnasio del Quality con la convicción de haber visto una buena banda que cree fielmente en lo que hace.
Todo se presentó en tres actos constantes en donde La Vela Puerca tuvo las oportunidades necesarias para demostrar que la música y cómo la sienten es en lo que ellos creen y en donde depositan su fe. El primer acto estuvo plagado de las canciones del nuevo disco, ese que vinieron a presentar: “Piel y Hueso”. Lejos de suponer el silencio por parte del público para escuchar atentamente lo que cada nueva canción tenía para decir, la gente a mi alrededor saltó, cantó y bailó con cada una de esas canciones que mantienen intacta la esencia de la banda uruguaya, aunque con algunos ajustes tendientes a acordes fuertes, cercanos a un ritmo eléctrico y casi guerrero de la mano de canciones como Sobre la Sien, Sin Palabras, Sigo Creyendo y Colabore.
El segundo acto estuvo guiado por el sonido acústico y un impecable trío de cuerdas compuesto por violín, violonchelo y contrabajo. Algunas canciones que sonaron fueron Requiem por vos, 3 minutos y Sé a dónde quiere ir, todas ellas del último disco. Este segmento por debajo de la intensidad del resto, pareció no gustarle mucho al público que se dedicó más bien a conversar y a no prestarle atención a lo que pasaba arriba del escenario. Pero lejos de todo eso, este segmento me pareció imprescindible y necesario para una banda que quiere alejarse de vez en cuando del estigma de banda del momento. El sonido acústico me erizó la piel, se lograron acordes perfectos y las letras de cada una de las canciones que pasaron por esos minutos sintonizaron armoniosamente con las sensaciones que cargaba ese día.
Después de un “volvemos en 5” casi susurrado, la banda salió de escena pero sólo para regresar tal como lo habían prometido, esta vez para el tercer y último acto de la obra que trajo a colación todas esas canciones que la gente quería escuchar: El viejo, Zafar, Llenos de Magia, Va a escampar y la armoniosa Mi Semilla.
La intensidad volvió a escena y con ella el baile del público se hizo piel y hueso: gente que coreaba cada una de las canciones, bailes improvisados y hasta un pogo de tres enanos de no más de 12 años de edad que eran bien vigilados por sus padres sentados en la tribuna.
Pasado el recital y después de dos horas y media en que Sebastián “el enano” Teseyra tuvo poca interacción con el público (a diferencia del recital que habían dado en GEBA el pasado 12 de mayo), La Vela se hizo sentir en las personas que habían ido a escucharlos. Demostró la madurez de una banda que ya está instalada y que se puede dar el lujo de crear un segmento acústico en un ambiente intenso.
Yo me hice piel con las canciones, con la banda y con cada una de las letras.
[nggallery id=85]
Leave a Reply