Sol Pereyra: la supermujer y el juego eterno

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Un sillón enorme y mullido y una mesa con algunos libros cuidadosamente acomodados. Se abren las puertas del ascensor y se asoma ella: una chica de pestañas larguísimas y ojos que se ríen solos. Cantante, compositora, actriz, escritora y multiintrumentista: Sol Pereyra, artista cordobesa, ex integrante del grupo musical Los Cocineros y de la troupe de Julieta Venegas, presentó su último material discográfico, Tirame Agua. Radicada hace varios años en México y luego de dos enormes álbumes, Blablabla (2009) y Comunmixta (2011), volvió a tierras cordobesas e hizo temblar las tablas del Teatro Real. Dueña de un aura inefable, Sol Pereyra se divierte trabajando, tiene un perro con el que se comunica por telepatía y una fuerza femenina que la lleva a dónde quiere llegar.

La familia es, quizás, la primera gran influencia de toda persona. ¿Qué cosas de los tuyos ves en vos?

Veo mucha fortaleza. Mi familia es un matriarcado, las mujeres son muy fuertes, muy power: tengo esa cosa de ¡súper-mujeres! Mi mama es muy laburadora, muy sensible, muy comprometida social y políticamente, y también le gusta mucho el arte. Entonces, desde chiquita, yo consumía eso: guitarreadas en la casa de mi mamá, manifestaciones con sus amigos, idas al cine, al teatro. Siempre muy curiosa, mirando todo, preguntando absolutamente todo.

La adolescencia puede pensarse como ese momento en que uno crece y la personalidad va tomando formas, a veces, definitivas. ¿Cómo fue la tuya?

Hermosa y fue un destape total. Yo venía de vivir en Mendoza e ir a una escuela de monjas. Pasar de ahí a Córdoba, e ir al Garzón Agulla, imagináte. Un colegio público con talleres de todo lo que se te ocurra: así como tenias teatro, coro, música, natación, handball, tenias talleres de taxidermia, o sea, ¡aprendías a embalsamar lo que fuera en la escuela! (risas). Y me tocó en la peor división, la quinta, que era siempre la más brava, la más inquieta, la más charlatana, con unos compañeros que eran increíbles. Y fue muy importante, porque todo lo que termine haciendo ahora, ya era muy fuerte en esa etapa: con el teatro estaba a full, seguía tocando y participaba activamente en el centro de estudiantes. Me acuerdo que modificamos el estatuto y dijimos “¡vamos a hacer una comisión directiva, porque somos demasiados para que haya un solo presidente, vamos a ser cinco presidentes!”. (risas) El Garzón me estimuló mucho, me tocó con un grupo de gente que ahora están todos laburando en arte: son actores, músicos, artistas plásticos.

¿Tenés alguna persona que haya marcado alguna simpatía o gusto particular,  que haya definido de alguna manera quien sos ahora?

Mi personaje-obsesión era el Che Guevara. Lo empecé a ver mucho en las imágenes, e ideológicamente, era una figura que aparecía en todo el entorno de mi mamá y de sus amigos. Entonces me empecé a preguntar: ¿quién es ese pibe?  Yo leía mucho sobre él, era mi inspiración. Me gustaba la música, me gustaba el teatro y tenía muchas personas a las que admiraba por otras cosas, pero si me preguntabas uno, te respondía sin ninguna duda: el Che. No me acuerdo quien me regalo la trilogía del libro de (Eduardo) Galeano, Memoria del Fuego y creo que a partir de ahí empecé a conocer más del Che y de un montón de otros personajes fuertes de la historia Latinoamericana.

¿Y la música? ¿Cómo comenzaste tu camino? ¿Qué significa “ser música”?

A los 10 años empecé a estudiar guitarra y desde esa fecha, nunca paré. Siempre he sido muy fanática, muy melómana, escucho mucha música. Entonces me enamoraba de un instrumento, me lo compraba y lo empezaba a estudiar. Pero no lo hacía pensando que me iba a dedicar a eso: a la hora de elegir, elegía el teatro. Después la vida me empezó a llevar hacia la música: apareció un grupo de música y teatro, y al poco tiempo me empecé a juntar con Mara (Santucho) para armar Los Cocineros. Y, ser  música, es muy lúdico. Creo que tengo un espíritu de juego eterno, me divierte hacer lo que me gusta. Es mucha energía, a veces siento que emocionalmente todo eso me supera. Que no me entra en el cuerpo, ¡soy demasiado flaca! (risas), ¡me falta cuerpo físico para aguantar todo este nivel de emoción!

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Fotos: Agostina Orlandi

Agradecimientos: República Restaurant y Azur Real Hotel Boutique.

¿Qué se siente volver a Córdoba, a tus paisajes, a tus calles?

Me encanta, le tengo un amor increíble a la ciudad, a la gente. Y siempre necesito dos cosas en paralelo: por un lado, encontrarme con todas mis amistades y mi familia, y por el otro, en algún momento, andar sola por el centro. Me voy a caminar a ciertos rincones o le robo el auto a mi mamá y salgo de paseo. Tengo un fetiche particular con la calle San Martin, entre Humberto Primo y Olmos. Esa calle tan cuartetera, tan llena de gente. Es tan simpático como venden, las cosas que venden, como se expresan, la música, el griterío. Pasear por ahí me encanta, me la paso increíble en Córdoba.

Retomando ahora tu último trabajo, Tirame Agua, ¿cuál fue el peso del escenario mexicano en la composición y creación del disco?

Si bien los discos anteriores se grabaron en Argentina y en México, gran parte fue en Argentina. Y yo necesitaba que este nuevo disco, reflejara más a mi entorno mexicano: que tocaran mi disco los músicos con los que vengo trabajando hace tanto tiempo allá y que sea el primer disco que lo produce entero Silvano Zetina, por que otras veces yo he estado también muy encima. Fue soltar y decir bueno, me dejo atravesar por México y veamos qué sale. Es loco, me ha pasado que hay gente que piensa que soy de allá y no por cómo hablo si no porque asocian mi proyecto completamente con México. Entonces yo voy trabajando en lo cotidiano allá, y tengo una pelea no solo por mi proyecto, si no por aportar y desarrollar la escena independiente de la música mexicana. Yo creo en Argentina, creo en los músicos independientes de acá, creo en los productores de acá y quiero que la escena independiente de México pueda plasmarse también acá.

¿Crees en las casualidades? Creo en las causalidades.

¿Y en la telepatía? Con mi Pocho, mi perro (¡le puse así por Pocho La Pantera! Aunque es güero, como le dicen a los rubios en México).

¿Lo que no te gustaría hacer nunca? Estar cerca de gente que no respeto y que no quiero.

Un disco eterno: Tuve una época muy obse con London Calling de The Clash.

¿Un momento oportuno? La mañana para tomar mate. Y la noche, para un buen fernet.

¿Hacia dónde va la música? Hacia las cabezas y los corazones.

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