Y que sea folk: Mariana Päraway en La Fábrica

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Es viernes y La Fábrica está más violeta que nunca. Una bici atada a un poste de luz, un Audi blanco y despampanante estaciona enfrente, un colectivo de línea se detiene en su parada. Muchachas y muchachos llegan caminando, remises y taxis cortan el contador, prenden la luz interna del auto y pispean adónde es que trajeron al pasajero. ¿El común denominador? Todos ellos vienen a ver a la chica de la diéresis en la A.

Pleamor y el viaje de una pez es la gira que trajo a Mariana Päraway, por partida triple a Córdoba, con su segundo disco “Los Peces”. Nos visitó en febrero y en mayo, para después llevar a la pez de viaje por Europa. De regreso a pagos argentinos, vuelve a la city cordobesa, más precisamente, a La Fábrica Cultural. Mariana anda explorando nuevos estilos y en este disco, la base folk que la caracteriza se mezcla con pinceladas más countries y algunos toques de pop.

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Fotos de Rocío Fornero

A las 22.15 se abren las puertas para que entre el cardumen. Vinos, cervezas, pizzas, rabas. Dentro de La Fábrica ya no hace frío; esto está a todo vapor y es el turno de la chica de la diéresis en la A. La primera canción es en francés, ese idioma de las letras erres pronunciadas como gés, que tan bien le salen. La siguiente es Costurerita: “pasaré el hilo suavemente hasta unir los extremos, haré un pequeñísimo nudo y te miraré”, dice mientras hilvana palabras con un timbre preciso y ninguna puntada fuera de lugar. Sigue Bailar, el tema pegadizo de “Los Peces”, que terminó endulzando toda la sala. Miradas que hablan solas, sonrisas, parejas que se abrazan, manos entrelazadas: Mariana tiene la capacidad de alimentar esas microcomplicidades.

Luego, como una yapa y en su perfecto francés, entona un tema inédito y parte de su tercer trabajo que aún está en boxes, para darnos una pequeña muestra de lo que se viene.

La pleamar del Pleamor llega con No eres para mí. “El que lo sabe, cante”, propone la Päraway. El rupturista cover de “Damas Gratis” convertido en una balada lenta es un reproche insolente del desamor, porque “quiero que seas fumanchero, que te guste la joda y tomar en tetrabrik, pero vos estás zarpado en caretón”. Mariana conjuga la jerga cumbiera, atrevida y a los bifes, con su voz celestial y ese estilo etéreo y espectral que le es propio. Como lo saben, lo cantan: el público corea y la simbiosis se palpa en el aire.

Vidala del desamor son puros ojos concentrados desde las mesas. La canción más folklórica del disco cierra con un preciso y puntilloso a cappella que hipnotiza y logra silenciar la sala. Las charlas y cuchicheos se acallaron simultáneamente, como por orden de un director de orquesta invisible. Con el a cappella concluido, Mariana alza el puño, triunfante: “¡Vamos!”, murmura, como hablándose a sí misma, victoriosa por el bien logrado solo de voz. Las risas se mezclan con el aplauso, los grititos de aliento y varios “¡Vamos Marianita!”, desde las primeras mesas.  Ella, sonriente.

“¿Conocen a Joanna Newson?”, pregunta, inocente. Y arranca sin más introducciones con B.Black. Newson es una cantante californiana que acompaña el canto con el arpa; quizás sea una musa inspiradora para Mariana.

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Fotos de Rocío Fornero

Finalmente, llega el momento del charanguito. Mariana se arremanga el sweater y afina una a una las cuerdas. “Esta es mi canción favorita del disco”, dice con seguridad. Y caza el charango para entonar “Desenlazo”, que fusiona español y francés en una mezcla de la cual nadie debería privarse, nunca. Luego llega “Bla Bla”, que Mariana asegura y recontra asegura que será la última que tocará. Puro bla bla, nadie lo creyó, el u-na-más (♫) no se hizo esperar y los caballos se agolparon en carrera hacia la meta: “Horses” trajo lo más folk, la tierra y las botas tejanas a La Fábrica Cultural.

El -en teoría- “último tema” había quedado atrás. Y ya que había tocado uno más, ¿por qué no otro? Donde comen dos, comen tres. “¿Vos decís que toque esa?”, le responde Mariana a una muchacha que clama por un tema más. “No me acuerdo la letra, ¿la puedo inventar?”, implora, vergonzosa. Cómo decirle que no, por supuesto que podés, Päraway. El estribillo decía algo así como “Whoooo, has drunk all the wine?”. ¡Bingo! Sí, La Mona dixit, Mariana traduce. Gritos de aprobación, palmas, coros, golpeteos de nudillos sobre las mesas. Euforia cordobesa: el tema icono en la meca del cuarteto.

Mariana la pegó, cautivó y se compró el amor de todos los presentes. Desde una de las mesas, un pibe levantó en el aire su botella de vino tinto a medio terminar en dirección al escenario y brindó con ella, a su salud. Pero, entonces, ¿quién se ha tomado todo el vino? Ni siquiera importa: si es con Mariana, ¡que sea folk!

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